¿Qué estudiar?

Cada generación se pregunta lo mismo cuando empieza sus estudios universitarios: ¿qué estudiar? ¿qué salidas tiene lo que he elegido? Y esta doble pregunta tiene dos respuestas, dependiendo cuál de las dos preguntas predomine. La primera es vocacional: ¿cuáles son los estudios en los que me siento feliz y con deseos de hacerlo? La segunda es práctica: aquello que tenga más ofertas de trabajo cuando termine. En nuestra época, es la segunda la que predomina sin duda alguna. Tiene sus ventajas y sus inconvenientes; estos últimos implican que es solo un trabajo y esta palabra significa castigo, tormento; viene del latín tripalium (tres palos) sobre los que sentaban los prisioneros para infligirles tortura. Dedicarles horas libres para mejorar o perfeccionar conocimientos se hace por obligación, no por gusto. Al contrario que cuando estudias lo que te gusta; dedicarle horas es un placer, no un castigo. Lo digo por el caso del chico madrileño, Gabriel Plaza, que ha sacado casi un 10 en el examen de la EvAU y en vez de estudiar una ingeniería quiere estudiar Filología clásica. Ha sido perseguido y criticado, hasta provocarle ansiedad, en las redes sociales. Cuando la burricie sale a la luz, dan ganas de apagarla.