¡Qué bonito es Jaén!

    08 ene 2023 / 16:00 H.
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    Y llegó el primer domingo tras los fastos navideños. Los Magos nos dejaron paletadas de ilusión brillando en los ojos de nuestros chavales y en las nuestros. Los buenos deseos se han ido expandiendo como si de una mancha de buen aceite virgen extra jaenero se tratara y nos han inundado, manchado, por dentro y por fuera con ese ímpetu que nos hace ser un poquito mejores al ritmo de los villancicos, de los latidos que cabalgan juntos, de los labios entremezclados, de las manos extendidas y las sonrisas “anchas” como decía la canción.

    Y, hablando de canciones, de villancicos, nos queda el recuerdo, meninges y neuronas arriba y abajo, de ese “¡Qué bonito es Jaén!”, de esas palabras entonadas bajo la sombra del castillo, ese que con la luz que solo Jaén es capaz de emitir guía no solo a Melchor, Gaspar y Baltasar sino a todos y cada uno de los giennenses que, como bien nos recuerda la letra de Michi Vílchez y Miguel García Férriz, son, somos, todo corazón.

    Ganas dan de seguir cantando una y otra vez ese estribillo, de hacernos uno con el grito, de despertar en su sueño recién nacido a ese Jesús que inunda nuestra Catedral, de decirles bien alto a aquellos que parecen olvidarlo día tras día, voto tras voto, eso de ¡Qué bonito es Jaén!, un lugar desde el que queremos compartir lo bello que es vivir en una tierra como esta, arropada por oleadas de olivos que nos hacen ser y estar dispuestos a levantarla y levantarnos, a enfrentarnos a los olvidos, desprecios, ninguneos y otras malas hierbas a las que debemos y queremos extirpar de raíz para poder sentirnos aun más orgullosos de llevar el nombre de Jaén por bandera. Nos dice la letra que “qué bonito es querer y poder confiar”. Pues sí. Queremos y confiamos que Jaén pueda entonar mil y un canciones de progreso, que nuestros hijos tengan un futuro asegurado a la sombra del castillo o al amparo del soplo vandelviriano de nuestra Catedral. Queremos un horizonte “bonito” en todas y cada una de las acepciones del término incluyendo ese punto de proporción, belleza, gracia y visión de futuro que nos es imprescindible, que necesitamos para avanzar y seguir ondeando el espíritu de ese Jaén que nos hierve en el alma.

    Los fastos navideños se apagan y, con ellos, corremos el peligro de olvidar todo lo que nos ha hecho ser un poco más felices por unos días. No lo permitamos. Que ese hormigueo con sabor a turrón que nos ha alimentado estos días siga vigente y no deje de recorrer nuestro torrente sanguíneo jaenero. Entonemos ese “¡Qué bonito es Jaén! con la esperanza puesta en que realmente lo sea, lo siga siendo y cada uno de nosotros esté al pie del cañón para que así sea. La lucha continúa. El futuro es nuestro. Bonito y jaenero.

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