Puertas y murallas de Jaén

    22 sep 2021 / 17:22 H.
    Ver comentarios

    Yayyán era, para los árabes, la ciudadela de Al-Andalus con mayor solidez de sus murallas. Alfonso X, el Sabio, valoró nuestra ciudad como “bien encastillada”. En la Antigüedad Jaén contó con murallas calcolíticas, como las de Marroquíes Bajos o las de las terrazas altas de Santa Catalina; o las romanas, de las calles Borja y San Andrés; en el Medioevo, con murallas medievales que se prolongaban bajando la ladera del castillo; posteriormente el Condestable Iranzo levantó una muralla urbana, dotada en su interior de molinos de harina; y se fortalecieron las murallas de los arrabales, como el de las Monjas. Y, sin duda es una buena noticia para el desarrollo urbano sostenible e integrado de Jaén, la anunciada restauración por parte del Ayuntamiento del sector norte del recinto amurallado, con carriles para rutas senderistas y construcción de miradores. Si bien las murallas se levantaron para proteger a sus moradores, también llegó un momento en que se constató que constreñían a la ciudad e impedían su desarrollo. En el siglo XVI, arquitectos como Vandelvira y Francisco del Castillo u obispos, como el cardenal Sandoval y Rojas, valoraron que la ampliación de la Catedral la impedían la Torre del Alcotón, que se alzaba en la calle Campanas y parte del Sagrario; o la muralla de trazado oblicuo que, por el lado contrario, la limitaba. Finalmente, Carlos V y el Concejo municipal, permitieron la demolición y se propició así no solo el engrandecimiento físico y artístico de la Catedral sino también la transformación de la ciudad cerrada medieval en proyecto de ciudad abierta y moderna. Actualmente se conservan murallas como las que bajan de la Magdalena a la carretera de Córdoba; puertas en buen estado, como la Puerta Nueva, que da acceso al castillo o la Puerta del Ángel, junto a las Bernardas y la Alameda. Se destruyeron otras que dan nombre a rincones de la ciudad como la Puerta de Martos y la del Aceituno, en el límite de la población por el norte; la Puerta del Sol, próxima a la fuente del Arrabalejo; la Puerta de Baeza, en la Plaza de Huérfanos; la Puerta de las Carnicerías, que serviría de cárcel real; la de San Agustín; la Puerta Noguera y la Puerta Barrera, en la muralla de San Ildefonso; la Puerta de Granada, con arco de herradura, y “la más fuerte y suntuosa del Reino de Andalucía”, la Puerta de Santa María, en la calle Campanas, con funciones de control de mercancías. Esas murallas torreadas y sus puertas forman parte del origen, desarrollo e identidad de Jaén.

    Articulistas