Próxima parada

    28 abr 2025 / 08:53 H.
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    En ocasiones he escuchado a personas decir que les gustaría creer, como si se tratase de un tren que dejaron pasar. Si entendemos la fe como un bálsamo milagroso, ¿quién no iba a querer tener un bote en el mueble de la entrada, entre la propaganda y esos llaveros que nunca se van a usar? Sin embargo, me pregunto si alguna vez alguien se ha arrepentido de creer. Como dijo Unamuno, no hay que darse por vencido, ni aun vencido, y puede que para ello la fe tenga un papel fundamental, ya que tiene entre sus bases la redención. Recientemente nos ha abandonado el Papa Francisco, símbolo de una fe que nos espera a todos, de un tren que pasa todos los días y en el que no necesitas billete alguno. En sus mensajes invitaba a la aceptación, a ser buena persona con independencia de los símbolos que colgaran del cuello; porque, después de todo, todo el mundo es libre para creer, pero se es verdaderamente libre cuando sientes que tienes elección. Cuando se tiene fe puedes aceptar lo que te ocurre con valentía, y ello no es fácil, ya que supone pensar en que, aunque muchas cosas estén fuera de nuestro control, todos tenemos un papel que desempeñar.



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