Protestas

21 may 2018 / 10:01 H.

Llevamos una primavera caliente, a pesar de las suaves temperaturas y las sorpresivas nieves o granizadas. Los agitadores de masas, que disfrutan con los tumultos y algarabías, están de enhorabuena. Salimos a casi manifestación por día. Y si contamos las concentraciones y actos vandálicos, a muchas más. Y es que está muy bien eso de hacer oír la voz de la calle, que todo el mundo tenga derecho a manifestarse y a protestar. No a destrozar, a imponer, a amenazar. Hemos visto manifestaciones de todo tipo: independentistas, con destrozos y cortes de carreteras incluidos; contra Cifuentes, para que deje la política; feministas, para “cambiar la sociedad”; de pensionistas, para que les suban según el IPC; de profesionales de diversos sectores, para denunciar discriminación salarial... El problema de tantas manifestaciones es que acabemos hartos de ellas. Que casi todas se programen con un mismo objetivo: echar al PP de las instituciones. La mayoría social se siente molesta, si atisba manipulaciones y falta de equidad a la hora de poner en la diana de la plaza pública a unos partidos y no a otros. A unos líderes, y no a otros. En sana democracia, ¿no son los votantes quienes saldan las cuentas, al llegar las elecciones?