Propósitos y despropósitos

26 dic 2018 / 09:44 H.

Corre diciembre y la ciudad luce en verde, rojo y dorado. Una fiebre de amor parece haberte atacado cual infección asiática y la nostalgia, que con tanto ímpetu dejaste atrás en la pasada cuesta de enero, ha aflorado de nuevo. Los días transcurren entre comidas y cenas con amigos y familiares que no veías desde la Navidad pasada, sin saltarte ni un cuñado. Este amistoso impulso navideño resulta de lo más contradictorio ya que, de una parte, te sumerge, genuflexo, en un mundo de buenos propósitos que te han de procurar un mejor estado físico y mental: ayudar al prójimo, perder diez kilos, dejar de fumar o, este ya es de nota, ahorrar... Y, de otra, no recibes más que invitaciones a comer y beber. Difícil encrucijada esta, sumamente nefasta para la paz interior. Así que te dejas querer y pospones los propósitos para Año Nuevo, pero hasta San Antón, Pascuas son ... Para entonces, y con un poco de suerte, tus deudas seguirán siendo las mismas, pero de ahorrar, nada de nada. Para más inri, te pesas: tres kilos más; suma y sigue. Sobre la mesa te tienta la bandeja con el turrón de chocolate. Miras de reojo, metes el abdomen y piensas: “Me cabe”. Adiós propósitos... Ya, si acaso, para el 2020.