Propaganda y posverdad
Ramón de Campoamor en su poema “Las dos linternas” publicado en 1846 escribió esos versos clarividentes e inolvidables que dicen “Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Han transcurrido casi dos siglos y esta sentencia poética, tan alejada del romanticismo que triunfaba cuando fue escrita, sigue vigente hoy en día. Sirva este preámbulo y la filosofía contenida en la frase citada como pauta para el análisis de una realidad que estamos viviendo con preocupación dado que nuestra democracia está siendo cuestionada a causa de la irresponsable forma de actuar de algunos estamentos, que en vez de ser sus más firmes defensores, aprovechan su posición de poder para forzar sus costuras y poner obstáculos para intentar estrangular el normal funcionamiento de las instituciones. A esta situación nos ha llevado el modo de actuar de la deficiente clase política que padecemos.
Para establecer un marco de referencia sobre el uso de la propaganda y la posverdad en un contexto histórico es conveniente recordar que, en el año 1945, temiendo ser juzgado y condenado a muerte por crímenes contra la humanidad, se suicidó un jerarca nazi, maquiavélico y narcisista llamado Joseph Goebbels, que es considerado un maestro en el uso de la propaganda como instrumento infalible para manipular las masas y conseguir objetivos políticos. Bajo las órdenes directas de Hitler, participó en la creación de un organismo estatal encargado de la educación del pueblo y propaganda a gran escala, y consiguió ser nombrado responsable del mismo como ministro para la Ilustración y Propaganda del Reich, con el objetivo primordial de conseguir el apoyo de todo el pueblo alemán para el Partido Nazi, mediante la censura y el control de la prensa y los demás medios de comunicación. Una vez establecido este control, aplicando los once principios de la propaganda que el mismo formuló, diseñó un sistema de generación y distribución de consignas que debían ser transmitidas por todos los medios. Entre los principios de la propaganda de Goebbels cabe señalar el principio de simplificación y del enemigo único, el principio del método de contagio que agrupa a varios adversarios en una única categoría (por ejemplo, la derecha y le derecha extrema son los fachas, la izquierda y la ultraizquierda son los rojos), culpar al adversario de los errores propios, las consignas han de ser populares y limitarse a ideas simples que deben ser repetidas una y otra vez, hacer uso de informaciones fragmentadas y fuera de contexto, y no comentar noticias desfavorables e ignorar las que favorecen al adversario.
No es necesario resaltar la semejanza entre estos principios y los utilizados hoy en día por una clase política que repite de forma machacona en todo momento los argumentarios preparados por los gabinetes de comunicación de los partidos. Estamos en proceso de descomposición de la democracia similar al que permitió el auge de las ideas totalitarias y el ascenso al poder del partido nazi, y la triste realidad es que parece que no hemos aprendido nada de la historia reciente dado que permitimos que una banda de demagogos manipule la realidad siguiendo los principios de propaganda de Goebbels y manejen la opinión pública estableciendo verdades donde sólo hay mentiras e intereses espurios encaminados a conseguir o mantener el poder por cualquier medio.
La respuesta a esta situación no puede ser otra que detenerse a reflexionar y tomar conciencia de que la democracia está en peligro porque la opinión pública está mediatizada por manipuladores profesionales que utilizan todos los medios a su alcance, incluso las emociones para conseguir el control de las masas y que todos los individuos piensen y actúen de la manera que favorezca sus intereses. No se dejen engañar por las apariencias, la actual clase política es bastante deficiente y no se ocupa en gestionar los recursos disponibles de la mejor manera posible para mejorar la situación del pueblo y resolver los problemas más acuciantes que aquejan a la mayoría, sino que emplea la mayor parte del tiempo en intentar mantenerse en el poder o luchar por conseguirlo por medio de métodos que hacen que gran parte del pueblo considere que el primer problema a resolver sea regenerar a los políticos.