Productividad

    15 oct 2024 / 09:06 H.
    Ver comentarios

    La economía española crecerá un 2,8% en 2024 según la última estimación realizada por el Banco de España. Décima arriba o abajo, todas las previsiones (FMI, OCDE, UE, AIREF, etcétera) coinciden en que esta será la evolución de nuestro PIB durante el año en curso. No cabe duda de que es un crecimiento robusto, sobre todo si tenemos en consideración el contexto actual, en el que la Eurozona alcanzará una tasa del 0,7%, similar a la de algunos de los principales países: Italia (0,8), Francia (1,1) o Alemania (0,1%). Son diversos los factores que están contribuyendo a esta pujanza de la economía española en un entorno de clara ralentización, tales como la excelente marcha del sector turístico y del consumo privado, así como el favorable comportamiento de las exportaciones. Ahora bien, lo que hoy quiero traer a colación es la sostenibilidad en el tiempo de este crecimiento actual de nuestro país. En una economía abierta y global, que es en la que nos encontramos y desenvolvemos, la sostenibilidad del crecimiento depende muy directamente de la competitividad y esta última viene condicionada por la productividad.

    Creo que es importante en este punto aclarar los conceptos que estamos manejando. Así, la productividad es la variable que mide la cantidad de producto obtenido con relación a los factores utilizados, siendo éstos tanto el trabajo como el capital. En suma, la productividad depende del trabajo y del capital, cuya eficiencia viene condicionada por la educación, la innovación, las economías de escala, los avances científicos, etcétera. En Estados Unidos, cuya economía es tradicionalmente la que goza de una mayor productividad, alrededor de un tercio del crecimiento de su producción es atribuible a la aportación del trabajo y del capital, mientras que los dos tercios restantes lo son al cambio técnico. En resumen, trabajo, capital y cambio técnico son los factores que determinan la productividad.

    Según el Instituto de Estudios Económicos, los niveles de productividad de España en los últimos años han tenido un desempeño peor, tanto por hora como por ocupado, que en el conjunto de la Unión Europea y, sobre todo, que en USA. La productividad del trabajo, calculada dividiendo el PIB por el total de horas trabajadas, ha crecido en España, según un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, a una media anual del 0,7% en lo que va de siglo, frente al 1,1 de la UE o el 1,4 de USA. Asimismo, según Eurostat, la productividad por hora trabajada se sitúa en España en un índice de 92, sobre una media de la UE de 100.

    Un factor clave para el incremento de la productividad es el cambio técnico, el cual requiere la inversión en I+D de las empresas. En un reciente artículo del periódico Cinco Días, Antonio Hidalgo y Alejandro Legarda, apuntaban que la menor inversión empresarial española y europea respecto a la de USA se debía, entre otros factores, a la falta de rentabilidad de los nuevos proyectos, escasez de empresas y de empresarios para llevarlos a cabo, falta de financiación, carencias de personal técnico y de mano de obra cualificada, falta de infraestructuras investigadoras y físicas que faciliten el desarrollo de los nuevos proyectos, así como a la debilidad del entorno competitivo (fiscalidad, legislación y marco laboral).

    En definitiva, nuestro actual crecimiento será sostenible si logramos incrementar la productividad, lo que exige un marco competitivo adecuado, al tiempo que impulsar la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación). Ello se consigue con incentivos fiscales, pero también con ayudas directas para la realización de proyectos específicos, sobre todo para aquellas inversiones que solo pueden generar beneficios a largo plazo. Asimismo, fomentar la innovación requiere disponer de mano de obra cualificada.

    Es habitual culpar a la baja productividad del trabajo de nuestra escasa competitividad, pero habrá que “tocarse la ropa” y ver si la inversión empresarial y presupuestaria pública están favoreciendo el incremento de la productividad y, consecuentemente, un crecimiento económico sostenible.



    Articulistas