Problemas de hoy

    13 may 2023 / 09:00 H.
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    A veces tomo la pluma y comienzo a escribir intentando organizar sobre el papel las ideas que tengo en mente, que en ese momento suelen ser diversas en cuanto al tema y dispersas en cuanto al criterio de fondo, dado que todavía no las he analizado en profundidad para tomar una postura fundamentada al respecto. De esta sencilla manera logro centrarme en aquello que considero más relevante y suelo elegirlo como tema a desarrollar en ese momento o bien en un futuro próximo si considero que merece la pena profundizar en su conocimiento mediante el estudio e investigación imprescindibles para conseguir los suficientes elementos de juicio necesarios para tratarlo con solvencia. A lo largo de esta primera quincena de mayo, en ese cajón de ideas que la actualidad nos ofrece encuentro las siguientes líneas a tratar.

    En primer lugar, es inevitable citar esa sequía pertinaz agravada por la evidente realidad de un cambio climático por ahora irreversible que es el tema más preocupante y que peor pronóstico de solución tiene. Las consecuencias de esta falta de lluvia las estamos sufriendo de manera trágica en nuestra tierra viendo cómo nuestros embalses están casi vacíos, las temperaturas son ya estivales, los campos languidecen, los sembrados de invierno están agostados, los olivos florecidos no cuajan el fruto y la desolación se extiende sin remedio anunciando escasez, más paro y ruina por doquier. Sobre este asunto, ya publiqué un artículo en abril, titulado “La sequía que no cesa” en este diario, en el que insinuaba que “quizás la inteligencia artificial que es el futuro se apiade de nosotros y nos envíe en abundancia la lluvia”. Por ahora poco más podemos esperar.

    Esto nos introduce en el segundo tema de ese cajón de ideas que nos ocupa y que a mi entender es de mayor enjundia que los demás; no es otro que el de la inteligencia artificial que a pesar de encontrarse en los albores de su desarrollo ya comienza a resultar utilizable y quizás resbaladizo desde un punto de vista de seguridad. Algo he leído sobre este tema que resulta algo más que inquietante porque parece ser, según dicen los expertos, que los sistemas de inteligencia artificial se desarrollan a tal velocidad que el hombre que los ha creado ya ha perdido la capacidad de regularlos y mantenerlos dentro de límites seguros para la propia especie humana. Este es un asunto todavía bastante inexplorado del que comienza a extenderse la idea de que puede resultar en una serie de usos maliciosos que podrían superar la capacidad de los hombres para detener a las máquinas en un momento dado, lo que implica aceptar la posibilidad cierta de un futuro aterrador. No tengo todavía el necesario bagaje intelectual para analizar este fenómeno, pero la dimisión de un señor que pasa por ser el creador de la mayor parte de esta tecnología y las herramientas que la utilizan, algunas de ellas ya a disposición del público en internet, no augura nada bueno sobre ese futuro no previsto. Será necesario que los científicos y los gobiernos estén más que atentos y diligentes para acotar este problema a nivel global y evitar sorpresas más que desagradables.

    En tercer lugar y a nivel patrio, el burlesco espectáculo del dos de mayo en la ciudad de Madrid, donde un ministro resultó ultrajado en público por los dirigentes de una comunidad autónoma, es un asunto de enjundia que nos habla del grave problema que tenemos en este país con la estructura del Estado. No voy a juzgar ni la actitud y proceder del ministro ni tampoco la de los dirigentes de la comunidad, porque sin duda alguna se trata de una disputa de raíz política y allá cada cual con sus ideas y procedimientos. Eso quizás lo juzguen las urnas en un par de semanas y será una respuesta democrática. Lo que sí es importante destacar es que ese proceder con el gobierno central e incluso instancias más altas, no es la primera vez que sucede porque es moneda común en otras comunidades autónomas. Y ese es el gran problema, la existencia de diecisiete reinos de taifas donde sólo cabe una nación, pero la Constitución está hecha para que sea prácticamente inviable cambiar esa situación aberrante, de tal modo que seguiremos asistiendo una y otra vez a hechos tan bochornosos como el que nos ocupa. Aquí lo dejo.

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