Primavera helada

Mañana entrará la primavera en nuestras vidas. Sin embargo, las previsiones del tiempo anuncian una bajada brusca de temperaturas. Como si la meteorología quisiera unirse a la sensación helada que se nos instaló en el corazón hace un año y que nos sigue acompañando, sin una fecha clara de partida. En los últimos días, hemos visto en los medios de comunicación imágenes de aquellos primeros instantes, cuando España se convirtió en un país fantasma y las calles de pueblos y ciudades fueron tomadas por el silencio y el miedo. Hemos recordado los aplausos en las ventanas, el esfuerzo solidario por dotar de equipos de protección a los sanitarios y a los colectivos más expuestos. El teletrabajo, los niños revoloteando por la casas, apareciendo en las vídeollamadas de sus padres. Las estanterías vacías en los supermercados, sobre todo de papel higiénico, sobre el que tantos chistes hicimos. Porque a pesar de la pandemia, nunca perdimos el humor ni las ganas de vivir. La especie humana puede adaptarse a cualquier clase de desgracia, de eso no me cabe duda. Lo que no veo tan claro es que sea capaz de aprender de sus errores, repetidos una y otra vez en
la historia, como se repiten las olas del coronavirus.