Pretérito imperfecto

    14 dic 2021 / 16:24 H.
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    Cuando uno es joven suele creer que le sobrará tiempo para corregir el rumbo completamente equívoco de su vida, pero a medida que cumple años, inevitablemente, comienza a conjugar el pretérito imperfecto de indicativo del verbo tener. Tenía que haber estudiado otra cosa, tenía que haber sacado las oposiciones, tenía que haber comprado un piso más grande, tenía que haber visto lo que fulanito quería realmente de mí o que menganito era un canalla. Tenía que haber sido menos confiado, tenía que haberme callado o tenía que haberle cantado las cuarenta. Tenía, tenía... O en enunciativa negativa: no tenía que... El caso es que tenía que haber hecho tantas cosas y haber sido tantas otras. Al cabo, te das cuenta de que sigues vivo, que aún puedes cambiar tus circunstancias. Una nueva sabiduría recala en ti e intuyes que tienes mucho que aportar a los más jóvenes para que no yerren tanto como tú y piensas: “Tenía que haberme dedicado a la enseñanza”. El pretérito imperfecto te agota. Suspiras y miras las redes sociales. Tantos amigos que no conoces son o hacen aquello que tú tenías que haber sido o hecho... Y entonces, un poco harto de lo que pudo ser y no es, murmuras: Tenía que haberme dado cuenta mucho antes. O nunca.

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