Por qué a Abu Dabi

    06 jun 2021 / 18:01 H.
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    La vida es una lucha continua donde la efímera normalidad siempre acaba siendo engullida por la anomalística propia de la vida. Hace poco más de un año, la normalidad, otra vez más, cedió a unos caprichos retorcidos. Desde entonces se ha asentado un mundo paralelo como un lugar roto, propenso a la angustia y a la muerte, a la incerteza económica... Un mundo atípico que ahora rige a una ciudadanía divergida sobre la que se ha confirmado, otra vez más, que es muy fácil de moldear. A una ciudadanía quebrada cuyos individualismos, otra vez más, se aferran a sus grandes pasiones. A una ciudadanía de tragaderas que asustan... Los políticos saben que el pueblo, llanamente, son simples sujetos que son meros votantes sin otra licencia que la de encumbrar a “progres” o conservadores (sátrapas —bajo el gran circo encolumnar cuya principal puerta está presidida por dos fieros leones “congelados” que, jamás dañarán y menos aún se comerán, a los ladinos que actúan en ese malhadado circo—). Patrios que obvian un perenne vía crucis de agonizante letanía, arrastrado por el imaginario colectivo de los mayores, que sigue levantando ampollas en la dura pesadez de aquella ¡maldita imposición! del Régimen Franquista, sostenida hoy por un bipartidismo muerto en las urnas. Han transcurrido cuarenta y tres años, y treinta y uno más (setenta y cuatro en total, 1947-2021), en que por ley se fijó la Jefatura del Estado en el país de las Españas. Fue a finales del Segundo Franquismo (1959 -1975), en el mes de julio de 1969 cuando el asesino Franco (votando él solo) designa al ciudadano Juan Carlos, su sucesor con título de rey... Los conservadores del actual Gobierno de España comenzaron el 2021 con la gran ilusión de retrotraer el magma político del circo encolumnar a la esencia primaria del Régimen del 78. Donde con la ratificación de su Constitución, el pueblo llano no tuvo otra opción que no fuera, otra vez más, agachar la cabeza y con los dientes apretados no abrir la boca, para así, con la boca cerrada, no poder morder a la esperanza; no fuera ser que esta fuera dañada. En 2014, PP-PSOE pactaron unidos para facilitar la abdicación de Juan Carlos, «el Huido» (por qué a Abu Dabi), asegurando así la farsa limpidez falsa de la transición para su hijo Felipe. Amparando la monarquía, PSOE-PP trabajan en la resurrección perversa del bipartidismo pasado, que quieren que a lo unísono este ascienda y descienda ipso facto ratificando, otra vez más, aquella cuestionable herencia humilladora que, en democracia, sigue siendo la solitud del voto gregario del asesino Franco que impuso al Borbón. Demócratas patriotas (PP-PSOE) que se hacen los suecos conscientes de que el convenio de extradición firmado por España con Emiratos Árabes permite denegar la extradición del ciudadano Juan Carlos por “su edad o estado de salud”. Ciudadano huidizo que acaba sin rendir cuentas ante la justicia patriotera.

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