Por deber
A veces, nos encontramos con el dilema de tener que elegir entre dos opciones. La vida que vivimos es complicada, vertiginosa e irracional. En estos casos, ante la duda ética, sería de ayuda dejarse guiar por Kant que clasifica las acciones en: Contrarias al deber, conformes al deber y por deber (las que poseen valor moral, aquellas en las que nos impele un motivo que no conlleva recompensa). Estas últimas deberían ser, al menos de vez en cuando, nuestra guía. Vivimos en un mundo en el que todo tiene un precio, todo se compra y todo se vende. Un deseo de no hacer nada contagia de pereza nuestro mundo... Y es preciso recuperar un poco de filantropía para compensar la contaminación que produce el veneno del interés que nos ahoga. Recordemos el mito de una mujer valerosa. Antígona cumple con un deber natural sin esperar nada cambio. Desobedeciendo la orden del tirano Creonte entierra el cuerpo de su hermano Polinices para que pueda llegar al Hades. Antígona antepone, por deber, el derecho natural al mandato político y le cuesta la vida. En este mundo donde prima la velocidad y el éxito, deberíamos detenernos, mirar a nuestro alrededor y ayudar, aunque sea un poco, a los que nos necesitan, por deber.