Populismo y demagogia

16 may 2017 / 10:05 H.

A río revuelto, ganancia de pescadores, o de cazadores, que están con la escopeta preparada por si algún lepórido desnortado se despista. Lo de Francia va a ser un punto referencial en esta Europa que quiere ser un todo, no un puzle de baratas banderías. Los reinos de Taifas ya pasaron, mas su aparición será desastrosa. Europa quiere concordia, no discordia permanente en las plazas donde las manifestaciones de toda laya son dueños absolutos del griterío. Este proyecto europeísta, sin embargo, está teniendo demasiadas zancadillas a la diestra y a su siniestra, lo que le impide avanzar como debiera, y es deseo de la generalidad estar unidos mejor que estar separados. El populismo es un polvorín de imprevisibles consecuencias negativas. Se alimenta de la demagogia, del mucho hablar como el fácil charlatán, y poco hacer, empeñado en deshacer lo que poco a poco se está haciendo para que Europa sea fuerte, generosa, respetada, movida por los hilos del absurdo, si todos los europeos de hecho y derecho arrimamos el hombro, unimos voluntades y propósitos, en vez de tirarnos los platos a la cabeza.