Politizar el agua

    04 may 2023 / 12:11 H.
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    La gestión del agua requiere políticas de Estado en que primen los supremos intereses —al final el agua también es soberanía— de todo el territorio nacional. Lo intentó Aznar con su Plan Hidrológico, que sucumbió a manos de los necesarios votos catalanes en aquella tesitura. El Ebro vierte cada día al mar hectómetros cúbicos que no aprovecha nadie, los mismos que fertilizarían el Levante, Murcia y Almería; no fue posible, ¡hoy menos!, solo piensan en los votos. Franco sembró de pantanos las cuencas medias del Guadiana y el Tajo para convertir las estepas extremeñas en feraces tierras de riego; hoy se están demoliendo o vaciando y su caudal llega a Portugal, que nuestros vecinos aprovechan con la construcción de 38 embalses sobre el Duero y Tajo y del mayor pantano de Europa en el Alentejo, Alqueva. España, entretanto, consigue el raro honor de ser el país europeo que ha demolido más presas fluviales y los españoles ni nos enteramos. Los dos grandes partidos nacionales deben alcanzar los acuerdos imprescindibles para optimizar el uso del agua para todos, en todo el país; ni más ni menos que vertebrar a España. Pero, por desgracia, les va mejor buscando votos a costa del agua.

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