Políticas keynesianas

    18 abr 2022 / 16:24 H.
    Ver comentarios

    En colaboraciones anteriores (21 de marzo y 4 de abril) nos planteábamos las soluciones que propondría John Maynard Keynes a las grandes crisis que han asolado el mundo durante el último siglo, particularmente, las de 1929, 1973 y 2008. Ya hemos comprobado que el keynesianismo tuvo propuestas para la crisis del 29, donde no convivieron inflación y desempleo, pero que en la crisis del petróleo de 1973 se da una situación inédita, cual es la coexistencia de recesión económica e inflación, y que Keynes no puede aportar sus prescripciones de política económica, siendo sustituido por Milton Friedman y la Escuela de Chicago, en la que se abren paso las políticas liberales, las políticas de oferta, lo “micro” frente a lo ”macro”: Keynes había muerto.

    En la Gran Recesión que se inicia a nivel global en 2008 se produce un nuevo escenario en el que convive el desempleo, producto del estancamiento económico primero y la recesión después, con un proceso deflacionista, es decir, paro y bajadas de precios (caída del IPC). Ahora, de nuevo, Keynes sí tiene soluciones que aportar. ¿Qué nos propondría nuestro resucitado y reputado economista? La solución debería pasar por incrementar la demanda global, que se compone del consumo privado, la inversión, el gasto público y el saldo exterior. ¿Cómo? Pues con las recetas que ya funcionaron en los años 30 del siglo pasado: bajando impuestos, reduciendo tipos de interés, subiendo el gasto público y propiciando la devaluación de las divisas para incentivar las exportaciones.

    ¡Ah! Pero estamos, de nuevo, en una situación inédita, ya que pertenecemos a la Unión Económica y Monetaria Europea (UEME), lo que implica que ahora no tenemos control sobre los tipos de interés, los cuales dependen de la política monetaria que es competencia del Banco Central Europeo (BCE) para toda la Eurozona. Tampoco tenemos capacidad para alterar los tipos de cambio, tal y como se hacía cuando existían monedas nacionales (peseta, marco, franco, lira, etcétera), sino que ahora la cotización del euro fluctúa libremente en los mercados en función de la oferta y la demanda. Entonces, ¿qué nos queda? Solamente los instrumentos fiscales, es decir, los impuestos y el gasto público. Sí, Keynes nos aconsejaría que redujéramos la presión impositiva e incrementáramos el gasto público para reactivar la economía. No obstante, una nueva barrera se nos presentó durante aquellos años en que estalló la crisis financiera y la burbuja inmobiliaria, traba que no es otra que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que nos impedía que el déficit público superara el 3 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) y que limitaba al 60 por 100 del mismo el volumen de la deuda pública de los Estados miembros. En definitiva, la bajada de impuestos y el aumento del gasto público fue una política económica muy adecuada para relanzar la economía tras esta crisis y, de hecho, fue puesta en práctica por muchos países a nivel mundial; sin embargo, en España y en toda la zona del euro encontró el mencionado obstáculo.

    El Pacto de Estabilidad de la Unión Europea preveía, no obstante, que en situaciones excepcionales se pudieran rebasar los topes establecidos para el déficit y la deuda pública, lo que ocurrió de forma generalizada en la práctica totalidad de los países del euro. Con todo, el gran adalid de la recuperación de aquella crisis fue el Banco Central, con Mario Draghi al frente, quien tomó las riendas de la política monetaria al servicio de la recuperación y nos dejó aquella sentencia que pasará a la historia de la economía: “Haré lo que haya que hacer y, créanme, será suficiente”. Y sí que lo hizo, poniendo en marcha un ambicioso programa de compra de deuda pública y de activos privados, el denominado Quantitative Easing, por varios billones de euros. Además, desde el 10 de marzo de 2016 y hasta hoy, el tipo de interés oficial del euro es del 0 por 100. En suma, Keynes tenía solución para la penúltima gran crisis económica de nuestra era, la de 2008, igual que la tiene para la de la pandemia de la covid-19 y para la provocada por la invasión rusa de Ucrania.

    Articulistas