Política y matemáticas
Tuve la suerte de trabajar como profesional en el turno de intervención para la adopción internacional, examinando con lupa a quienes deseaban ser madres y padres. Tenían que demostrar su capacidad parental con el fin de obtener la declaración de idoneidad, un documento que les permitía cumplir su sueño. Rememorando esta gratificante etapa y a tenor de los últimos acontecimientos políticos de presunta corrupción que estamos presenciando, como el caso de los másteres, la evasión de impuestos y en nuestra capital el caso Matinsreg, me pregunto si no se les debería de exigir también a las personas que nos quieren representar y se postulan para un cargo político, una declaración de idoneidad. Pues al igual que las familias adoptantes, los miembros de la clase política deberían demostrar su capacidad para representarnos y, por encima de todo, su decencia y una conducta irreprochable. Nos merecemos una clase política intachable que ejerza sus funciones con eficacia y tome decisiones que mejoren la vida de la sociedad a la que representan. Sin errores ni falsedades, porque como muy bien decía el político Edward Moore, en política como en matemáticas todo lo que no es correcto, está mal.