Platos en peligro de extinción
Centenares de recetas tradicionales del rico patrimonio culinario que nuestras madres y abuelas aprendieron de sus antepasados, recetas elaboradas con imaginación, con cariño, a fuego lento, con productos de temporada y proximidad, y en los que el ingrediente principal era el tiempo, están desapareciendo. Platos, muchos de ellos vinculados con la cocina de subsistencia que con humildes ingredientes y técnicas ancestrales y que nos conectan con sabores auténticos de nuestra tierra, están en peligro de extinción. ¿Somos conscientes de que cuando una receta desaparece, también perdemos cultura, historia, identidad, memoria, léxico, ingredientes y cultivos? Aunque la verdad es que cada vez proliferan más los recetarios de cocina publicados en webs y blogs y aumenta exponencialmente en las redes sociales la información de los amantes a la comida, cada vez cocinamos menos. Vivimos en una época en la que el nuevo estilo de vida nos está conduciendo al consumo de comida rápida, de alimentos precocinados y ultra procesados, alimentos, muchos de ellos, con potenciadores del sabor que consiguen que se anule la esencia de los ingredientes principales, además de incitarte a seguir consumiendo. Pero no todo está perdido, hay colectivos como la Cofradía Gastronómica “El Dornillo” que tienen como objetivo principal, identificar, conservar y promocionar el recetario de nuestra gastronomía tradicional, que no cejan en su empeño de impedir, en la medida de sus posibilidades, que desaparezcan nuestros platos tradicionales. Con el patrocinio de Adsur y la colaboración de los ayuntamientos de la Sierra Sur, El Dornillo está realizando una nueva serie de vídeos con el nombre de “Recetario de platos en peligro de extinción” en el que se están recuperando aquellos platos que estaban condenados a desaparecer como: habas secas mareás, carnerete, patatas en caldillo, guisado de pies, conejo de los pastores, sobrehúsa, maimones, sopa de tomate...
No olvidemos que comemos lo que aprendemos en la casa, y que nuestros hijos y nietos sólo podrán disfrutar de nuestra gastronomía tradicional, si nos ven cocinar. Tenemos una tarea clave.