Planificar, ¿para qué?

24 dic 2018 / 11:31 H.

Días atrás las fuerzas vivas en el campo de la política, la economía y la sociedad jiennense compartieron una jornada al cumplirse los veinte años del Plan Estratégico de la Provincia de Jaén. Veinte años de análisis de las condiciones materiales de nuestra tierra, estudiando cómo inciden en la vida de sus habitantes y, si ello resultara posible, lanzando alternativas que solucionen los problemas y cubran las carencias detectadas.

Aunque fuese solamente por sentar en la misma mesa a elementos tan diversos como los que se dieron cita al amparo de este proyecto, ya valdría la pena el esfuerzo económico y los medios personales que la Diputación Provincial y otras instituciones han puesto a disposición del Plan. Si además, como resulta demostrable, algunas de las iniciativas formuladas en las sucesivas publicaciones se han hecho realidad, miel sobre hojuelas. Así que mira qué bueno que los asistentes a la jornada, en el recoleto y poético espacio del San Juan de Dios, nos saludáramos, recordando viejos tiempos, comentando lo jóvenes que nos vemos unos a otros, y estableciendo contactos de cara a un futuro cercano.

Para decir que el Plan Estratégico —encabezado por el brillante Martín Mesa y la infatigable Inmaculada Herrador— resulta loable y positivo, quizás me sobre buena parte del espacio de que dispongo en esta columna. Siempre prefiero ser positivo, subrayar lo exitoso, reconocer el mérito ajeno, individual a veces, colectivo en este caso. Sin embargo, me parece más útil adentrarme por la otra senda, la que abrió, en una sorprendente y atinada intervención, el presidente de la Diputación Provincial. “Tenemos que ser menos conformistas... más autocríticos, el conformismo no nos llevará a ningún sitio. Debemos diferenciar nuestro discurso...”. Difícil se me antoja precisar si Reyes apuntaba a las insuficiencias detectadas en la concreción de las propuestas, a la limitada repercusión social del debate generado por el Plan, o al hecho de que muchas de las alternativas planteadas se han quedado más cerca de lo puramente teórico que de verse transformadas en realidad. Pasar de las musas al teatro transita por un camino complejo, plagado de asechanzas y vericuetos. Algo similar acontece cuando se proyecta, financia y ejecuta un tranvía que nos lleva a ninguna parte (de momento). O cuando se construye un Museo de Arte Ibero al que los procesos de puesta en marcha se le vuelven insoportablemente lentos. O cuando, en fin, se diagnostica el papel esencial de las comunicaciones férreas en el despegue de nuestra provincia a la vez que cada gobierno central, (poco ha importado el signo político en este campo), prosiga el meticuloso desmontaje de nuestras conexiones ferroviarias, la vía del embudo hacia un Jaén que pierde, definitivamente, el tren hacia el futuro.

Los textos del Plan caminan en una dirección; la realidad del empleo, la demografía, la industria y la modernización reculan en sentido opuesto. Y los datos apuntan, por desgracia, a que Jaén transita en el furgón de cola, no acorta distancias con las locomotoras del país y, lo que resulta casi fatal: los jiennenses aguantamos de maravilla. Entre la indiferencia y el silencio, cuando no paralizados por el miedo. Aquí nos las den todas. Desde Sevilla, Madrid o Bruselas. No somos capaces de “levar el ancla”, en expresión del Secretario de UGT Manuel Salazar.

Y no me sitúo en la posición del victimismo estéril y paralizante. Alerto ante nuestra (porque es de todos) incapacidad para avanzar en el “inteligente egoísmo adaptativo” al que se refirió Felipe López, para que así ganemos todos a la vez con cada transformación.

Parafraseando a Lenin, me planteo la cuestión: planificar, ¿para qué? Si las instituciones, los empresarios y los sindicatos, la Universidad y los medios de comunicación explotamos las propuestas sabias y sensatas contenidas en “El libro más importante hecho en Jaén en el último cuarto de siglo”, ayudaremos en algo a esta sociedad. Si solamente nos estrechamos las manos, sonreímos, compartimos un café y nos vamos a casa... casi nos podemos ahorrar la planificación. Y el tiempo.