Pisarás las calles nuevamente

    27 nov 2022 / 16:00 H.
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    La música, cuando va unida al sentimiento, a la exaltación joven de la libertad soñada, a la vivencia nunca olvidada, no muere jamás. Y tampoco aquellos que nos la insuflaron en vena cuando lo utópico se nos antojaba posible cantando a revoluciones, a luchas, que nos henchían de orgullo. Ahí aparecieron Víctor Jara, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez o Pablo Milanés, por citar a algunos con cuyos latidos, con cuyas notas, nos hacíamos uno. Cuba y Sudamérica nos parecían un caladero de futuro al son de la Nova Trova y de tantos movimientos sociopolíticos. El tiempo nos devolvió al suelo y resultó que lo revolucionario no era lo que suponíamos, pero aquella música, aquellas canciones, siguieron acompañándonos y dejándonos ver lo que una vez fuimos, soñamos y alcanzamos. Nos ha dejado estos días Pablo Milanés y es el momento de recordarlo entonando aquel “yo pisaré las calles nuevamente” ya que así es como lo tenemos presente. En su Cuba natal, en su canción protesta, en su Patria liberada, en su llanto por los ausentes, en su estrella azul... Pablo se marcha, pero como cantó siempre, llenó nuestro espacio con su luz. Eternamente, como aquella soledad suya acompañada en una mañana verde mecida en diez noviembres. El eco nos devuelve sus canciones entonadas también por Ana Belén, Víctor Manuel, Sabina o Aute sin olvidar a Chico Buarque, Fito Pérez, Armando Manzanero y tantos otros. Y nos suenan a golpe feroz que nos despierta: “La vida no vale nada cuando otros se están matando y yo sigo aquí cantando, cual si no pasara nada. La vida no vale nada si escucho un grito mortal y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga. La vida no vale nada si tengo que posponer otro minuto de ser y morirme en una cama...”. Las letras de Pablo Milanés son el elixir que despierta conciencias, la sensible constancia de lo que atesoramos dentro y no siempre somos capaces de ofrecer. Como a él, la memoria nos va sosteniendo mientras avanzamos, aunque flaqueemos y nos miremos en lo que quisimos y en lo que obtuvimos: “Vivo con fantasmas que alimentan sueños y falsas promesas que no me devuelven los días de gloria que tuve una vez”. En otra letra nos susurraba: “van pasando los años y, al fin, la vida no puede ser sólo un tiempo que hay que recorrer a través del dolor y el placer. ¿Quién nos compuso el engaño de que existir es apostar a no perder? Vivir es más que un derecho, es el deber de no claudicar, el mandato de reflexionar. ¿Qué es nacer?, ¿qué es morir?, ¿A qué seguir respirando si no estás tú, libertad? Pablo, preguntabas que ¿dónde están los amigos que tuve ayer? Pues aquí nos tienes presos de tu música y de tu recuerdo. Que la estrella azul sea tu refugio para siempre.

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