Pie con bola

    01 oct 2023 / 09:11 H.
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    De niño, anduve algún año enredado en la causa futbolística de mi colegio. Cada sábado, acudía con ilusión al partido de turno, después de un chute de Bola de Cristal y la gasolina rápida de los cereales con leche. En aquella hostil atmósfera de pizarras y cronómetros nunca entraba en los planes de mi entrenador. En el cinco inicial siempre los aventajados de la clase que gozaban de cierta proyección familiar y social, merodeadores del área con buen regate, sí, pero que no soltaban la bola, así fuese un proyectil del mismísimo infierno. Yo era torpe con los pies, pero cuando tuve la confianza del míster conseguía marcar goles decisivos que, no obstante, me devolvían de inmediato al castigo del banco, como si hubiese atentado contra lo previsto en algunas bitácoras deportivas. Algo de esto veo en la política española actual. Filibusterismo de cachiporra, cargado de impecables oradores que suben a las tribunas sin el más mínimo olfato por su verdadero encargo civil, que es la administración del bien común. Fue un acierto disfrutar después del deporte rey en los campillos de las afueras, dedicando cada gol a las flores silvestres que regalaban su euforia en las esquinas bulliciosas de una vida sin estrategias.

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