Pero mentí

    11 feb 2024 / 09:52 H.
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    En el banco del parque andábamos charlando cuatro personas. La conversación pasó de la política al amor y la pareja del centro comenzó a hacerse arrumacos que predecían el final de su noche. No obstante, mantenían el tipo como podían por respeto, digo yo, a sus dos acompañantes en las esquinas del banco. Una de las bandas era yo y la otra esquina la ocupaba una chica recién conocida que me miraba insistentemente como diciéndome que hacíamos el tonto al no emular a los apasionados jugadores del centro. Pero yo me hacía el tonto dándole a entender que no entendía nada pues la jugadora del centro había llegado conmigo, y tanta pasión instantánea me parecía, como poco, descortés. Ciertamente mi experiencia en estos asuntos me llevaba a una confusión que a buen seguro se notaba el color de mi cara a pesar de ser ya noche más que cerrada. De vez en cuando los apasionados centrales frenaban su desdén y volvían a lo cotidiano sacando comentarios irrelevantes sobre conversaciones anteriores que ya no estaban en juego. Que si el paro, que si la película tal, el típico insulto al tiempo ya fuera calor o frío o lluvia, que también se la insulta. Volvían a sus básicos instintos una y otra vez hasta que ocurrió lo previsible. La chica de la otra esquina me miró fijamente y me preguntó: ¿y usted que opina del sexo? Abochornado hice como que pensaba y contesté: Lo tengo superado. Pero mentí.

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