Periódicos de papel

    13 nov 2021 / 16:33 H.
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    Me mantengo en mis trece, o sea, erre que erre, pues es mi forma de pensar, y del burro no hay quien me baje. Prefiero el periódico de papel. Es lo mío, porque lo he mamado desde que tengo el uso de la razón esa premisa tan importante para no ser borrego gregario, y decir a todo, sí boana, lo que usted diga. Me encanta el olor a tinta y coger el periódico recién salido del horno, esto es, de la rotoplana o la rotativa. Acaricio las hojas de papel, como si del pelo de mi guapa morena se tratase. Esto no me ocurre con la edición digital. Sigo leyendo, y tocando con las yemas de mis manos este periódico hecho en Pasajes guipuzcoano o en la lejana Finlandia. Este papel escrito por las dos caras y con tipos de caracteres, ya obsoletos, porque antaño lo ha querido el lector demandante, es el que estoy echando de menos. A la prensa escrita le debo todo lo que poco o nada soy. Me crié entre periódicos de papel, y por eso soy reacio a convivir con esta era digital, pues si pensara lo contrario estaría renegando a un pasado en el que fui feliz, eso sí, leyendo o trabajando en las hojas de papel, en las que la noticia olía a tinta, un olor que se confundía con ese otro olor a tostada, aceite de oliva, y leyendo el periódico en el bar de la esquina.

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