¿Periódicos de papel?

La digitalización que nos cerca tiene efectos colaterales nocivos; la rapidez —diría instantaneidad—, todo se difunde apenas acontecido, pone en riesgo de obsolescencia los usos y costumbres; nada nuevo, la televisión que iba a acabar con la radio le otorgó nuevos bríos y hoy —multiplicados los mecanismos de recepción— se escucha más que antes. Con la Prensa ocurre igual; por más ágiles que sean los medios digitales, sólo proporcionan el flash noticioso, trufado de publicidad agobiante y colonizadora, pero les falta narración; no saben contarlo. Salvo incurrir en la alienación total, volveremos al periódico clásico servido por profesionales que piensen, digieran la noticia y escriban un relato construido en fondo y forma. Posiblemente no quepan los juntadores de pocas letras ni los cultivadores del copia y pega —crecerá el paro entre malos plumillas— pero el diario, como producto de consumo, acabado —no abierto al aluvión—, estructurado, con información razonable y opinión plural, bien hecho, ilustrado y maquetado de calidad, no desaparecerá; lo servirán al día, siempre nuevo, en papel o si me apuran, en otros medios de reproducción, pero del día ¡siempre nos quedará el viejo JAÉN!