Pericles

El autócrata más lejano en la democracia que se me ocurre. Pericles fue condenado por la democracia griega al ostracismo más absoluto. Los cuencos de las vasijas rotas del vino y el aceite servían a los atenienses para votar a aquellos líderes que haciendo uso del autoritarismo y la tiranía debían ser olvidados por el pueblo. En casa cuando cada ciudadano escribía el nombre de aquel gobernante que, en su opinión, traspasaba los límites del respeto al pueblo y a la democracia. Se le prohibía su participación en actividades públicas y al pueblo se le prohibía hacerle partícipe de actividad. Esto le ocurrió a Pericles, el gran autócrata o dictador griego. Es innegable la capacidad del Pericles español para mentir y la vez parecer que dice verdades. Para contentar a todos sabiendo todos que solo se quiere contentar a sí mismo. Quince mil millones no es nada si le sirven de argumento para que otros se sirvan de un acuerdo impresentable. Ahora va a resultar que Andalucía o Castilla la Mancha podrán reclamar gracias a Junqueras y a Puigdemont. Vergüenza ajena me produce una situación que supera a cualquier esperpento imaginado. Y hacer todo en aras del miedo a la derecha y ultraderecha, cuando se le da la última palabra a quien forma parte de la más rancia ultraderecha en Europa, es de una hipocresía imperdonable y de gravísimas consecuencias. Pedro pasará a la historia como Pericles.