Peregrinación diocesana

    04 sep 2019 / 08:57 H.

    Durante la semana del 18 al 25 de agosto un grupo de 81 personas hemos peregrinado hacia la tumba del Apóstol Santiago. Organizado por el Secretariado de Familia y Vida de la Diócesis de Jaén, y bajo el lema “Camino en Familia, Camino en Misión”, más de una veintena de familias, incluidos sacerdotes, consagrados, solteros, hemos recorrido algo más de cien kilómetros cargados de vivencias, emociones y sentimientos que dejan huella en el alma. Es difícil explicar con palabras lo vivido durante esta semana que a todos nos ha tocado el corazón. Ha sido un auténtico regalo del señor compartir este caminar con mi mujer y mis hijos que, junto con otras familias, nos ha enriquecido y fortalecido mucho más de lo esperado. El Señor iba dando sus pequeños toques. El primer día terminé con una rodilla resentida, lo que me hizo cuestionarme el resto de jornadas, así que me la vendaron y no solo resistí bien el resto del camino, sino que terminé infinitamente mejor que cuando comencé. Peregrinar a la tumba del Apóstol Santiago es, en cierto modo, caminar para estar más cerca del señor, y así lo sentí, porque mientras más me acercaba a Santiago de Compostela mejor me encontraba, y reflexioné: mientras más cerca estoy del Señor mejor es mi vida. A pesar de las dificultades del camino de la vida, él te da lo necesario para caminar recto, erguido y lleno de paz, para lo que es necesario confiar, estar receptivo y ser agradecido. También durante estos días un problema estomacal me hizo vivir una serie de incomodidades que se fueron resolviendo con la confianza puesta en Dios, lo que igualmente me hizo reflexionar que él es capaz de eliminar esas diarreas mentales que tanto estorban y tanto daño pueden causar en nuestro caminar diario. Pequeños toques que han hecho posible que volviera felizmente tocado, con inmensa alegría y muy agradecido por todo lo vivido. Esta experiencia familiar merece la pena disfrutarla, me falta espacio para expresar todo lo interiormente allí vivido y compartido. El señor es grande y nos puede hacer grandes a nosotros si nos ponemos confiadamente en sus manos.