Peor imposible

    20 jul 2019 / 12:02 H.

    Al rojo vivo estaba Pedro Sánchez, cuando el pasado jueves se puso a maldecir la oscura naturaleza de la que están hechos los peldaños que llevan a la investidura. Sin pestañear más de lo preciso, con semblante serio y siempre guiado por la indisimulada complicidad del presentador, el presidente en funciones tiró de labia, sacó la motosierra y uno a uno fueron troceados aquellos personajes que le separan de su sillón. Solo después de su intervención, se pudo ver el rastro de sangre que habían provocado sus palabras. De nuevo en el punto de partida, entre soledades que la penumbra devuelve a su sitio y echando fuego por la boca, el líder del PSOE, aun sin mayoría ha decidido subir a tientas la escalera hacia una imposible investidura, porque no se fía de su presunto lazarillo. Empeñado en demostrarnos su papel de renacido, cuando en su momento y con un pie sobre su cuello, batió el record de aguantar la respiración. Sánchez apura hasta el milímetro sus posibilidades y consecuencias. Seguro de sí mismo y rozando la imprudencia pisa fuerte a cada paso, aunque no logre avanzar y sean otros los que aguantan la respiración.