Pensamiento espontáneo

    27 feb 2024 / 09:52 H.
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    Esta tarde, mientras la media luz de un atardecer naranja se cuela por mi ventana y la melodía del piano de mi amigo Rodrigo me aísla del ruido, me pregunto si esta humanidad será capaz de sobrevivir a sí misma. Me pregunto si la belleza infinita de todo cuanto nos rodea no pudiera ser suficiente para la abolir la violencia, dar paso a la paz sin fronteras, dejar de un lado las diferencias y convertir el vasto erial en que hemos convertido el mundo, en un lugar mejor y más habitable. No sé si las últimas luces de febrero, el rugido de las olas del mar rompiendo en la orilla, el Vals vienés, las flores, la mirada afable de un anciano, Lorca, mayo, las seis de la mañana, un tango de Gardel, los gatos, septiembre, Granada, el cine, la sonrisa de un niño, el fado, la voz de Chavela, la luna llena, los niños, Roma, los lirios, el amor, el otoño, la música, la amistad, las manos de tu madre, el fuego, París, los hijos y todas esas cosas hermosas que eclipsamos con una indiferencia feroz, fueran suficientes para levantar la bandera blanca. Los bombardeos en Gaza y en Ucrania me devuelven a la realidad, y supongo, que no, que no son suficientes, y me sigo preguntando por qué. Y la poesía, ¿y si sumamos la poesía?

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