Película sobre Umbral

22 nov 2020 / 09:24 H.
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Francisco Umbral ya no va a comprar el pan, como en aquel libro de recopilación de artículos, “Iba yo a comprar el pan”, editado en 1977 por Sedmay Ediciones, en el que aparecía en la cubierta el autor con su abrigo negro, la mirada de dandy, y una enorme barra de pan bajo el brazo, barra que significaba el contacto con el pueblo y las marquesas, con las alfombras rojas que veían crecer la Transición y el cheli, ese idioma canalla de la periferia madriles para el que Umbral tuvo un excelente oído a fin de introducirlo en sus artículos, que entonces leían un millón de personas cada día. A Umbral nunca le atrajo excesivamente el cine. Tampoco la música clásica: “Más amo a un árbol que a un hombre, escribió Beethoven. (Yo, que no entiendo de música, esta frase es lo único que entiendo de Beethoven)”, señala en “Mortal y rosa”. Pero sí le gustaba el teatro. A mediados de los 90 llegó a ejercer de crítico teatral de El Mundo. Javier Villán, gran umbraliano, crítico de teatro de ese periódico desde su fundación hasta hace unos meses, comentó alguna vez en el Café Gijón: “A Umbral lo que verdaderamente le interesaba del teatro era intentar ligar con alguna joven y atractiva actriz”.

Pero Francisco Umbral ya no va a comprar el pan, decíamos, porque murió en agosto de 2007. Hubo quien quiso ignorar a Umbral en vida, como los académicos, que insistentemente le negaron un sillón en la RAE. Y otros muchos se adhirieron efusivamente a ese intento de marginación después de la muerte del escritor. Pero inevitablemente Umbral vuelve una y otra vez a esa actualidad que le obsesionó en vida, porque su monumental obra, su afilado pensamiento e incluso su brillante dandismo, constituyen una actualidad permanente. Lo demuestra la emotiva, envolvente, documentada y, en ocasiones, impresionante película “Anatomía de un dandy”, documental sobre Umbral que han dirigido Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, que ayer se estrenó en cines de toda España. Se trata de una película hecha con delicadeza, muy receptiva al dolor que padeció Umbral durante casi toda su vida, una película que entusiasmará a los umbralianos, sí, pero que gustará también a todos los amantes de la literatura, a esas personas —cada vez menos— que persiguen el arte de leer. “Anatomía...” ofrece numerosos enfoques de la compleja personalidad de este autor. Refleja, entre otras cosas, que por encima de su extraordinaria vocación de escritor tuvo la vocación de padre. Umbral describe en la película que se marchó de viaje y, a la vuelta, cargado de regalos y de anécdotas que contar a su hijo, el niño solo se fija y se refiere a un botón de la chaqueta que su padre había perdido durante el trayecto. Y Umbral llevó esa vivencia a “Mortal y rosa”: “Hay una dimensión del hogar que solo descubre el niño. De la persona descomunal que lo toma en brazos, sólo le interesa un botón determinado. Del mar sólo le interesa una concha...”. En “Mortal y rosa” va escribiendo Umbral de otras cosas y de pronto suelta una frase como un pistoletazo: “Estoy oyendo crecer a mi hijo”. Pero Pincho enferma y muere a los seis años y, desde entonces, nos viene a decir “Anatomía de un dandy”, Umbral ya sólo siente el frío de la vida en medio del éxito literario. “Pero el éxito está vacío”. La película está llena de talento y, sobre todo, de Umbral. Y pone a Umbral en la actualidad, que es el ámbito eterno de este escritor inigualable.

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