Pegarle a una mujer

    02 dic 2022 / 16:02 H.
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    Mira, paisano, tal vez el hombre no le haya perdonado a la mujer la pérdida del Edén. No me habrás de negar que toda la cultura de Occidente se sustenta en los puntos cardinales de aquella mítica leyenda de la manzana
    y la serpiente. El recelo por la pérdida del
    paraíso sigue arraigado en la sociedad que
    soportamos después de siglos de ver y considerar a la mujer como la esclava del dios
    que todo varón cree llevar dentro. Las tres culturas —la judía, la árabe y la cristiana— que nos han amamantado, no han hecho otra cosa que pasarle factura a la mujer por el
    paraíso perdido.

    Eso de maltratar a la mujer se ha tomado tradicionalmente a pitorreo. Un motivo de risa fácil de la “grasia sandunguera” que tiene en sí pegarle a una mujer. Recordemos la letra de la pelea en broma de nuestro paisano Juanito Valderrama con Dolores Abril: “No es hombre ni bien nacío/ el que ofende a una mujer,/ si no le da su querer/ y luego la tira al río,/ con una piedra en los pies”. ¿A que tiene “grasia”, paisano, eso de dar el querer —es decir coyunda sexual— y luego tirarla al río? Esta otra es más “grasiosa”, si cabe: “Ni pegarle a la mujer, aunque sea mala,/ no reñirle ni pegarle,/ cogerla por el pescuezo,/ con mucha fuerza apretarle,/ se quita del mundo un hueso”.

    La copla y el flamenco no han hecho otra cosa que hacerse eco del vivir y del mal vivir de la mujer maltratada, eso sí, pero con mucha “grasia”, que es la forma más didáctica de adiestrar a nuevas generaciones de hombres en eso de “pegarle a una mujer”.

    El refranero no se queda atrás a la hora de poner a cada uno en su sitio: “El tocino en la olla, el hombre en la plaza y la mujer en la casa”. Así, en el Refranillo de la Alimentación, de Castillo de Lucas, edición de 1940, se puede leer esta perla: “La olla sirve para sacar a la familia adelante y la vara para llevar a buen camino al descarriado, ya fuera hijo o mujer”.

    Años más tarde Pepe Blanco elogiaría el cocido, esencia de los valores patrios y salvador de familias modestas, haciendo un acto de fe nacional y de lo “nuestro” y un desprecio de todo lo foráneo: “No me hable usted de los banquetes que hubo en Roma,/ ni del menú del hotel Plaza de Nueva York,/ ni del faisán, ni de los foigrases de paloma...”.

    Ironías del destino, el paté de perdiz, encuadrado en los “foigrases de paloma” de Pepe Blanco, es hoy por hoy un plato señero en la gastronomía provincial, sin que por ello se haya renunciado a nuestro santo y seña cultural. “Demófilo”, seudónimo del padre de Antonio y Manuel Machado, fue un intelectual perteneciente a la Institución Libre de Enseñanza y muy vinculado al estudio de nuestro folklore. Con la ayuda del cantaor Juanelo de Jerez recopiló las coplas anónimas que se cantaban en las reuniones de finales del siglo XIX por la Baja Andalucía. En esa “Colección de cantes flamencos” publicada en 1881, el machismo tradicional está reflejado en letras como éstas, a propósito de la pérdida del Edén: “Una mujer fue la causa/ de la perdición primera;/ que no hay mal en este mundo/ que de mujeres no venga”. O estas otras: “Cómo vivirán los moros/ teniendo tantas mujeres,/ si aquí con una nos sobra/ ‘pa’ que el diablo nos lleve”. “Con la mujer pasa igual/ que con un cortijo a renta,/ que la tienes que dejar/ cuando no te tiene cuenta”. “Te den un tiro y te maten/ como sepa que diviertes/ a otro gachó con tu cante”. Hay muchas más, pero no es necesario seguir para demostrar lo evidente.

    Canciones como la “Glosa a la soleá” de Pepe Pinto: “Toito te lo consiento/ menos faltarle a mi mare,/ que a un mare no se encuentra / y a ti te encontré en la calle”, no hacen más que evidenciar la pasión esquizoide del hombre por la mujer, siempre a caballo entre la madre y la compañera.

    A los hombres, paisano, nos sobra necedad para perder por sí solos todos los paraísos posibles. Ese es en el fondo el infierno y la tragedia irremediable de la mujer.

    De los del reggaetón y los negacionistas de esta salvajada hablaremos otro día, paisano.

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