Pedir sí, dar no

23 nov 2021 / 16:31 H.
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La gran economista italiana Mariana Mazzucato, que tantas lecciones nos está dando en los últimos tiempos sobre cómo reinventar el capitalismo, es muy clara cuando alerta de la necesidad de establecer condiciones ante los rescates a las empresas que se han producido en las dos últimas crisis. Me vienen a la cabeza estas reflexiones cuando he visto estas semanas la negativa de la patronal a formar parte de acuerdo del diálogo social firmado entre sindicatos y gobierno, para concretar el mecanismo de equidad intergeneracional de las pensiones. Es una reforma recogida ya en el primer gran acuerdo sobre las pensiones que se cerró en julio y que pretende garantizar el poder adquisitivo de las pensiones y otras medidas de sostenibilidad. Se ha acordado ahora subir ligeramente las cotizaciones de trabajadores y empresarios, con la idea de nutrir bien el fondo de reserva hasta 2032 y con ello tener suficiente colchón para las jubilaciones de la generación del “baby boom” que se iniciará al final de la década.

Incluso para los no entendidos en la materia parece una medida lógica, si queremos seguir manteniendo unas pensiones dignas en el marco de un modelo que pivota sobre la solidaridad. La subida pactada además significa tan solo un 0,5% para los empresarios y un 0,17% para los trabajadores. Pero mientras los empresarios dicen no a esta subida, acaban de pactar esta vez con un sí en el diálogo social, ampliar los ERTE hasta el próximo mes de mayo. Es decir, que mientras dicen no a contribuir de manera solidaria a nuestros sistema público de pensiones, el Estado sigue haciendo frente con miles de millones de euros, a los salarios de trabajadores, ofrece incentivos a las empresas del sector automovilístico y a las empresas del sector turístico, entre otras.

Todos los gobiernos en Europa, han tenido que salir de nuevo a salvar la economía ante la crisis provocada por la pandemia. Pero quizás ha llegado el momento de exigir que además de ayudar cuando vienen mal dadas, los gobiernos puedan recuperar su capacidad de establecer condiciones a las empresas, para facilitar un modelo de crecimiento más inclusivo y sostenible. Como dice Mazzucato, si al final estamos socializando los riesgos porque no socializar los también parte de los beneficios.

No se entiende en este contexto una actitud cicatera de la CEOE frente al mecanismos de equidad intergeneracional, un instrumento imprescindible, no sólo para las pensiones, sino también para nuestra economía en las próximas décadas. Estar a la altura de las circunstancias en una etapa donde vamos a recibir de Europa las mayores inversiones públicas de su historia, requeriría también una altura de miras por parte de nuestro sector empresarial. No es el momento de reacciones cortoplacistas, provocadas a veces por el tacticismo de no pactar con un gobierno de izquierdas, sino de pensar en el futuro y las futuras generaciones. Un 18% de los trabajadores españoles cobran menos del salario mínimo, según la encuesta de estructura salarias del INE. Un 20% cobra el SMI. Conociendo esta precariedad laboral, no parece solidario ni decente no apostar por la sostenibilidad del único instrumento que tenemos para poder seguir viviendo dignamente al final de nuestra vida laboral. Las personas también necesitamos de estos rescates del Estado en esta última etapa de nuestras afortunadamente largas vidas.

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