Pasear la mente
Ahora en esta época otoñal salen a pasear diferentes tipos de pensamientos. Están aquellos que pasan casi inadvertidos por nuestra mente, tan ligeritos que a veces ni somos conscientes de cómo han llegado, y mucho menos de cuándo se han ido. Otros, un poquito más pesaitos de asimilar, los dejas pasar a veces sin querer, otras queriendo, pero requieren un poco más de esfuerzo para deshacerte de ellos si es que quieres que se vayan, eso sí, una vez los dejas ir, es tanta la paz que encuentras que aprendes y nunca más los dejas volver. Y luego nos encontramos con los rumiantes, esos que tragas creyendo ser alimento pero que empiezan a dar vueltas y vueltas, de un lado para otro sin que puedas digerirlos, y comienzan a hacerse bola, y a engordar más y más hasta que una de dos, o te atragantas y necesitas la ayuda de una maniobra para que salgan, o decides plantarles cara y te enfrentas a ellos para saber realmente a qué han venido. Negociando o sin negociar tienes que deshacerte de ellos lo antes posible. Tan importante es darle voz al pensamiento para entenderlo, como encontrar el lugar al que puedas acudir y mostrarlo para que puedan tenerlo en cuenta. Ahora que amanece más tarde y anochece antes el tiempo parece que quiere hacer un pacto de silencio para hacernos creer que va más lento, justo ahora es el momento de sacarlos a paseo.