Paradojas de la vida

    21 feb 2024 / 09:35 H.
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    Entre mis múltiples carencias, se encuentra en un preeminente lugar mi costosa y difícil adaptación al mundo on-line. Con esto no quiero disculparme, a lo que sin duda es debido a un parco proceso evolutivo personal y a una pereza mental que me tiene cautivo en el pensamiento fútil de las musarañas. Pero pertenezco a una generación que ante cualquier gestión, de distinta naturaleza que se presentase en las vicisitudes de la vida diaria, tenía ante sí a una persona de carne, hueso y alma, que te atendía o desatendía adecuadamente, ya sea el empleado de cualquier oficina, el doctor, el profesor, etc. Hemos vivido la transición de la legendaria póliza a la firma digital, del bolígrafo con tinta para rellenar un impreso, al ordenador megapotente que nos facilita la vida (¿qué vida?) a través de internet. Lo anterior no era en absoluto idílico, pero lo presente tampoco obedece a ninguna panacea que nos procure tranquilidad y relajación. De continuo se nos advierte de los grandes peligros a los que estamos sometidos por el hecho de que nuestros datos estén expuestos en este universo de redes sociales. Y ahora nos llega la inteligencia artificial. Pues adelante, hasta que nos quedemos off-line.

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