Pánico al cambio

    09 may 2023 / 09:00 H.
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    Este recién terminado fin de semana de cruces de mayo, he tenido la oportunidad de conversar con conocidos y amigos acerca de mi reciente decisión de abrazar un nuevo proyecto profesional, que viene a sustituir al que me ha tenido involucrado los últimos siete años y medio. Muchas han sido las conclusiones que he sacado de esas ricas conversaciones, que de un modo u otro te acercan a la realidad de cómo las personas de tu entorno visualizan los escenarios de cambio, de incertidumbre o, como diría un marketero rancio, esos que te sacan de tu zona de confort. Están los que se preocupan por si la decisión tomada respeta las variables que competen a tu familia y a tu felicidad, los que se inquietan por cómo han sido los detalles y los flecos de la negociación o de la salida, o esos otros “viejas del visillo” más preocupados por conocer con quién y por cuánto te vas y por qué y/o por quién has decidido buscar nuevos retos. Daría para un auténtico análisis cuasi antropológico que, aunque tedioso resultaría de lo más divertido.

    Lo cierto es que cuando nos enfrentamos a un cambio, a menudo nos centramos en todas las cosas buenas que perdemos. En ocasiones un cambio te obliga a tener que mudarte a otro lugar y es en esta circunstancia cuando te planteas si los amigos se quedarán también en el camino. Al cambiar de pareja, la inseguridad por la custodia de los hijos aparece en forma de ansiedad, angustia o estrés. Cuando de lo que cambias es de disciplina o de sector, puedes llegar a poner en duda tu propia identidad como profesional. Es fácil identificar las cosas que perderemos cuando nos enfrentamos a un cambio drástico. Además, no nos limitamos a centrarnos en la pérdida, sino que también tendemos a extrapolarla. Pensamos que perder una cosa nos llevará a perder otra, aunque no tengamos evidencias sólidas que lo respalden. Entramos en pánico y, en la mayoría de las ocasiones, intentamos evitar que se produzca ese cambio. Por supuesto, no queremos que el cambio nos haga daño, pero nuestra lejanía de la realidad nos perjudica en el proceso. El dicho “vale más malo conocido que bueno por conocer” refleja perfectamente el miedo al cambio. Las personas nos sentimos seguras cuando conocemos lo que hacemos, lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir, por el contrario, la incertidumbre o el desconocimiento nos producen una sensación muy incómoda que hace que nos resistamos a ese proceso. Sin embargo, el cambio es vital para adaptarnos a las nuevas circunstancias que nos ofrece nuestro entorno. Charles Darwin hablaba en su libro “La evolución de las especies” publicado en 1859, que sólo sobreviven aquellas especies capaces de adaptarse al entorno.

    Y en este escenario, la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo podemos calmar el pánico? La solución pasa por diseñar un plan de acción orientado a entender y asimilar el cambio desde la adaptación. Cuando emprendemos un proyecto nuevo, sabemos que asumimos riesgos. Hay que valorar los riesgos que vamos a afrontar. En cualquier caso, tomamos riesgos porque entendemos que el balance será positivo y obtendremos beneficios. Necesitamos ser valientes para acometer grandes cambios. Como decía el historiador griego Heródoto en 484 a.d.C: “las grandes hazañas se realizan con grandes riesgos”. Debemos asumir riesgos “inteligentes”, esto es: cuando la ganancia potencial supera la pérdida potencial y cuando el nivel de los riesgos se está cuantificando objetivamente sin dejar que el azar sea protagonista; conseguimos que los riesgos evaluados inicialmente no sean un freno tan grande.

    La edad y la situación personal de cada uno resultan condicionantes en algunos casos y creencias limitantes en otros. Así, por tanto, empezar en un nuevo proyecto y conocer a personas nuevas, aprender a trabajar con ellas, adquirir las dinámicas de la compañía o utilizar herramientas con las que no estabas totalmente familiarizado con anterioridad, pueden resultar una suma de inseguridad, ansiedad y desconcierto o una auténtica oportunidad de enriquecimiento personal y profesional.

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