Pandemia y maldición

A 20 de enero, ya poco nos queda por vivir en tiempos de covid. Ya casi hemos vivido 365 días en pandemia. Sabemos lo que es una Navidad sin reuniones familiares, una Semana Santa sin procesiones, un verano con mascarillas, una San Antón sin lumbres y sin carrera, y en breve, sabremos lo que es un Carnaval sin chirigotas ni cuplés. Algunos hemos sobrevivido a todo ello, pero muchos por desgracia, no lo han hecho. Cuando todo esto acabe, nuestra memoria no debería olvidar el lamentable espectáculo que los políticos de nuestro país comenzaron a dar a los pocos días de empezar todo esto en marzo de 2020. La tregua duró apenas unos días, pero una vez que alguien lanzó la primera piedra, los demás se pertrecharon de munición y escupieron por sus bocas reproches e insultos, jamás con la intención de mejorar la gestión de un problema tan grave, y lo que comenzó a ser extraordinario, se convirtió en usual, y hasta llegamos a acostumbrarnos a la tensión y a la descalificación. Quizás la pandemia acabe pronto, pero la epidemia de políticos que soportamos, nos viene persiguiendo desde hace décadas, como si de una maldición caída desde el cielo nos hubiera sido enviada.