Palestina nos llama

20 mar 2024 / 08:52 H.
Ver comentarios

Palestina telefonea, estos días, a nuestra conciencia, pero nos hacemos los sordos y no contestamos. Este tipo de llamadas resultan incómodas. No sabemos dónde habrá encontrado nuestro número, porque somos muy cuidadosos con esas cosas. Alguien se lo habrá dado. O lo habrá buscado en algún listado. Ocurre a menudo, por muchas precauciones que se tomen. Y ahora, tenemos un pequeño problema. Porque Palestina es insistente, y lo intenta una y otra vez. Y tenemos que poner el móvil en vibración o silenciarlo directamente. La verdad es que aquí, en España, estamos últimamente bastante ocupados con los asuntos domésticos, y no nos apetece meternos en movidas complicadas.

Pero no deja de sonar un timbre en nuestra conciencia. Es el teléfono. Palestina nos llama, una y otra vez. Casi a diario. Normalmente le colgamos. Aunque también, en ocasiones, dejamos que se agoten los timbrazos, hasta que salta el contestador automático. Y después, cuando tenemos un poco de tiempo y nos decidimos a escuchar los mensajes recibidos, oímos su voz desesperada. Palestina nos habla a gritos, le tiembla la voz, por eso casi no so-mos capaces de descifrar lo que intenta decirnos. Repite la misma frase una y otra vez. Parece una súplica. Es como si nos estuviera pidiendo ayuda. Pero resulta muy difícil saberlo con total seguridad. Además, hay mucho ruido de fondo, suenan explosiones, y disparos, y alaridos y llantos. Así que, por mucho que oímos los mensajes, no somos capaces de saber a ciencia cierta qué es lo que nos quiere decir.

También lo intenta por otros medios. Algunas veces le da por enviarnos Whats-Apps. Mensajes de texto bastante largos en los que nos cuenta cosas, no sabemos muy bien qué, porque no hemos llegado a leer ninguno. Solemos contestarle con monosílabos o mandarle algún emoticono gracioso, para ver si se da por satisfecha. Pero ella insiste. Quiere contarnos cosas muy graves que le están pasando. No entiende que tenemos un montón de líos importantísimos de resolver y que requieren toda nuestra atención: la amnistía, la corrupción, la liga de fútbol... y no encontramos tiempo para dedicarle.

Y no es que seamos insolidarios, que con Ucrania, por ejemplo, nos hemos portado fenomenalmente bien. Pero es que ya estamos un poco saturados de este tipo de llamadas y de mensajes.

Lo peor de todo es que últimamente le ha dado, a Palestina, por enviarnos imágenes a través del WhatsApp. Son escenas truculentas, que nos perturban. Sangre, dolor, sufrimiento, injusticias.

Incluso ha llegado a mandarnos vídeos de criaturas inocentes, que están siendo víctimas de una violencia terrible e injustificada. Cuando por error abrimos algunos de estos mensajes, se nos pone la carne de gallina. Resulta muy duro contemplar escenas de personas desnutridas viviendo bajo la amenaza del terror y sufriendo todo tipo de penalidades.

Y no nos quedará más remedio que ponernos manos a la obra. Sí, está claro, vamos a tener que hacer algo. Es demasiado impactante todo lo que estamos recibiendo. Los mensajes, las llamadas desesperadas, los vídeos.

Así que... como siga la cosa de esa manera, nos vamos a ver obligados a tener que bloquear su contacto. No nos hace ninguna gracia acabar marcando como spam a Palestina, pero, ¿a alguien se le ocurre otra solución?

Articulistas