Palabras inapropiadas

05 feb 2025 / 09:02 H.
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Era ya noche. A la puerta del super una persona sentada en el suelo, apoyaba su espalda en la pared. Cubría sus piernas con una manta fina. Pelo blanco, despeinado; la piel ajada, castigada por el tiempo y la exposición al aire libre. Junto a su cuerpo un papel con algunas monedas de céntimos. Del bolsillo saco las monedas sobrantes de la compra, me acerco estirando mi brazo a su mano rugosa. Deposito las monedas y le digo: “buena noche”. Con voz grave, áspera y mirada de reconocimiento, me responde,: “gracias”. Conforme me alejo pienso ¿gracias, por qué? ¿Buena noche? ¿qué buena noche puede tener esta persona? Más que un deseo, a esta persona seguro que le parecieron palabras cínicas, considerando la distante perspectiva de cada uno. Un encuentro, una realidad, que, con probabilidad, ofrece dos formas de entenderla. Pensar en el bienestar de esa persona desde el mío, no la cambia. Podremos justificar nuestro estatus, pero no la cambia. Nuestro sesgo de arrastre nos lleva a creer que hacemos el bien. ¿Qué hay de verdad en nuestras percepciones? ¿Se hace “el bien” en la comunidad de Madrid cuando presta más atención a quitar la prestación del ingreso mínimo vital a personas sin hogar, que a su inclusión bloqueándolas en un laberinto administrativo? Trump tiene como patrón para interpretar la realidad su sentido común. Se basa en el mayor intelecto de quienes están inspirados por orden divina; y de ahí su éxito económico y capacidad para dirigir. No necesita ninguna prueba. Está en la verdad. Sentido común: un proceso cognitivo que valora y toma de decisiones, pese a que puedan basarse en sesgos, errores y prejuicios; pretendiendo ver una realidad simple en un mundo complejo. Cree en lo que considera normal, su imagen e identidad. Todo lo que salga de ahí es malo. Existe lo único, no la diversidad. Cualquier problema se debe al reconocimiento de la diversidad y la inclusión de todas las personas. Ve como lógico afirmar sin pruebas, que la inclusión puede ser la causante de un accidente de aviación. ¿A que “buena noche” se refiere? Una persona asume un cargo político con el fin de contribuir a la inclusión y mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía, a la que pertenecen personas con discapacidad y aquellas que carecen de recursos. El delegado de Educación de Sevilla, aplicando su sentido común, considera para optimizar los recursos, no priorizar la inversión social en personal técnico de integración porque: “¿para qué quiere un niño con autismo un personal técnico en integración social, para que le enseñe a mover la lengua enfrente del espejo?”. No extraña que no viese las caras de las personas asistentes y las que salieron llorando —aunque solo fuesen algunas— porque al igual que Trump, solo ve a personas como él, lo único. Todo lo demás puede esperar. En su visión parte del sesgo de falso consenso, cree que todos piensan como él. No se trata de un malentendido. No es que no se le entienda; es que él está equivocado, no quien lo escucha. ¿Insensibilidad social o cálculo político? Al menos, en Jaén las distintas administraciones piensan en las personas con autismo. Igual tiene razón Harari: “En tanto especie, el hombre prefiere el poder a la verdad”. Somos un país de ética católica, que valora la identidad comunitaria como pueblo con derechos, con actitudes de ética protestante, en la que prevalece la individualidad. ¡Para repensar!

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