Paisajes del Olivar

    16 may 2024 / 09:03 H.
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    Los creadores del expediente debieron pensar que el proyecto habría de tener bases sólidas y no hacer “castillos en el aire”; que el olivar es tierra, que tiene dueños y que sirve para dar de comer a familias que lo cultivan y considerar que los paisajes de uno de los mayores bosques cultivados por la mano del hombre no se puede reducir a catorce enclaves dispersos en cinco provincias, seleccionados con criterios ignotos cuando los horizontes son mucho más extensos y que lo digno de protección es la vivencia del olivar y lo que supone. El paraíso interior es susceptible de disfrute colectivo, el patrimonio olivarero, también, pero para que sea mundial debe dejar de ser —poco o mucho— del dominio de sus dueños y, por tanto, cualquier actuación debe contar con ellos y no con quienes por algún concepto políticamente los puedan representar. La propuesta es solo de 14 zonas precisas en cinco provincias y no incluye, por cierto, las plantaciones más productivas; tiene serias limitaciones al derecho de propiedad con obligaciones a los dueños, que se han pretendido escamotear y no contempla compensaciones, mientras los resultados benéficos son públicos. Buena idea, mal proyectada.

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