Paisaje de otoño

    14 oct 2020 / 16:21 H.
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    Otra vez el otoño volvía a colorear, dejando suavemente sobre el paisaje su más bella sinfonía. Podía percibirse su huella en cada tono donde se mirara. La tarde iba cayendo, mientras él se dejaba posar suavemente sobre la tierra. Era como si un pintor hubiera ido exhalando en cada lugar su aliento, en cada árbol, el bello colorido se dejaba sentir, miles de tonalidades anaranjadas se derretían sobre aquel lugar. Todo hablaba de él, el viento en sus conciertos de música estridente, parecía romperlo todo con el ímpetu de su fuerza. El camino se iba transformando lentamente, una alfombra de hojas ocres y amarillas se disponían sobre el pavimento, y hasta el color del agua del río había cambiado sus tonalidades. El riachuelo corría ligeramente bañando en él el amarillento semblante de las hojas secas. Nunca olvidaré tu rostro ni tu aroma, perfumando de lluvias el espejo del agua. El crujir de mis huellas coincidían con sus notas, se llenaba el camino con la mágica luz de su mirada. El sol daba a los árboles una sensación triste, era como notar que la vida se escapa sin poder impedirlo. Allí sentí el otoño, percibí su armónica balada, escuché su susurro, la fuerza de su alma, el color de su espíritu, noté el beso del sol en los jardines, la luna en sus cristales, el sonido del agua en los inquietos adoquines, cuando dejando el campo atrás, me sorprendió la ciudad que se vestía de una canción de estrellas y un compás de diamantes brillaban en su cielo. No olvidaré el ocaso del sol estremecido, ni olvidaré la voz, ni el claro de la noche, ni siquiera el tañer de las campanas en su triste cantar de sueños imposibles. Te vi llegar de pronto, te sentí entre mis manos, noté cómo me hablabas. Cómo tu fresco viento movía los eucaliptos que casi acarician el cielo. Yo he visto tu mirada y he sentido tu aliento, tu color, tus pasos, tu música, tu acento. Me diste aquel día tu sonrisa durmiéndote en la callada tarde, cuando se oía el eco de palabras que sólo sabe el viento. De anaranjadas hojas amarillas y ocres, de árboles despojados de sus mejores trajes, de frías noches de luces somnolientas, de fugaces y mágicas miradas. Otoño, triste, sonoro y ceniciento, de anaranjados tonos y de veloces vientos.

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