Padres sin jurisdicción

    27 sep 2020 / 16:22 H.
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    Ahora no lee, no hace trabajos plásticos, no juega con sus amigos en la calle. Con 8 años de edad, como regalo, recibió un teléfono móvil de última generación y una Playstation. Tardó cero coma cero en convertirse en un esclavo de las redes sociales que, como un autómata, nada más, al levantarse cada día, obnubilado, y ausente de la realidad de su hogar se lanza a encajarse con uno de sus dos apéndices que recibió como regalo. Adán vive hoy en su particular burbuja, completamente aislado del resto del núcleo familiar. Ha cumplido ya 14 años, apenas habla en casa, su aptitud desafiante es constante, como si de un videojuego se tratara, la practica con los miembros de su hogar... Lo relatado puede resultar familiar al lector. Adán, perfectamente, encaja con el perfil de cualquier niño o adolescente de Jaén... Niños que, en el espacio virtual de las redes sociales y la telefonía móvil, en esa inmensa burbuja interminable los padres no tienen jurisdicción. Cómo podrían conseguirla (...), ya que dicha pérdida tiene capacidad, por si misma, de auto ampliarse a la propia moralidad y educación cotidiana de los adolescentes y niños. No se puede justificar lo injustificable y al margen de las justificantes teorías hormonales, lanzadas por los padres sin jurisdicción, esos niños son educados en derechos y deberes; lo que les pasa es que no tienen vergüenza. Porque todo niño tiene “el derecho a ser criado con un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal” (así está declarado). Pero el pasado 12 de septiembre una menor de la ciudad de Jaén recibía una brutal paliza por parte de otra menor jienense de 14 años. Paliza que para más inri fue grabada y difundida en redes sociales por otros menores que estaban presentes ante tan despreciables hechos. Fieros y crueles, como si de un videojuego se tratara, resultan los comportamientos de determinados adolescentes que día a día irrumpen en las noticias con sus inhumanas acciones. La deshumanización y la violencia cada vez aflora más tempranamente en los individuos, que, estando dentro de un sistema socializado, desprecian la dignidad y el respeto, la aceptación de los demás, sus semejantes de grupo socializados. Estas noticias son la imagen viva de una sociedad que ha fracasado y está enferma. Y resulta triste que en pleno el siglo XXI aún no haya podido encontrar la vacuna para su cura que radica el gen que impide a los individuos la plena educación y aceptación de los Valores Humanos. Así como la responsabilidad en el comportamiento de los adultos recae sobre el sistema que organiza la sociedad, la responsabilidad en cuanto al comportamiento de los niños y adolescentes, recae sobre los padres de estos, así como en el resto de los adultos. Claro que sí: en pro de evitar el sistemático fracaso de la Humanidad.

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