Otro curso más
Un curso más... un curso menos, al menos para mí. Treinta y tantos principios de curso anuncian que el fin de esto, para quien escribe, comienza a vislumbrarse en el horizonte, a no ser que a nuestros políticos les dé por cambiar todo a base de Decreto, lo cual conociendo como se las gastan, tampoco sería excesivamente sorprendente. Pero si algo no cambia en estos difíciles días de septiembre, es la ilusión por volver a desarrollar una profesión que, a pesar del desprestigio y poco reconocimiento que en nuestro país tiene, a muchos nos sigue gustando ejercer, y no por nuestras generosas vacaciones, sino por el día a día, por trabajar codo con codo con alumnos muy diferentes y porque muchos creemos que un buen maestro ayuda a los niños a ser más felices. Cuando escucho comentarios del estilo de...”qué bien viven los maestros”, razón no les faltan, porque vivimos ejerciendo una de las profesiones más bonitas que existen, porque trabajar con niños enriquece y humaniza y porque no hay mayor alegría para un docente que ser abordados en la calle por señores y señoras que dicen que fueron alumnos nuestros hace tiempo y nos recuerdan con cariño.