Otro año sin procesiones

    16 mar 2021 / 10:29 H.
    Ver comentarios

    Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible, como diría el clásico. El canalla coronavirus ha truncado los deseos de miles de jiennenses. No va, y esto tan importante ha sido a través de los siglos, o sea desde el siglo dieciséis, alumbrar con una vela que llora lágrimas de cera, para alumbrar el rostro bonito de una virgencita transida de dolor y pena; a un Cristo traspasado por las escarpias de hierro y martilleadas por los verdugos del Imperio Romano. Preferimos la música celestial del maestro Cebrián a esas fanfarrias desentonadas de música moderna, y más aún cantadas en inglés, que desconocen el contenido, pues sólo saben chapurrearlo. Me gusta el olor del incienso quemado en el incensario golpeado por el monaguillo inquieto de sotana blanca como la nieve. Otro año, que amargo resulta, sin poder pasearnos cogidos de su mano, del “Abuelo”, el jaenero más importante de todos los tiempos. Esas dos incontables filas de nazarenos con túnicas negras como noche sin luna y cíngulos amarillos se quedarán en casa para ver la tele monótona, aburrida e insustancial, en la que prima las disputas políticas de unos políticos que compiten en decir las tonterías de grueso calibre, que no arreglan los problemas de gran calado de España, sino en ahondar, aún más la herida.

    Articulistas