¿Otra vez Navidad?

Si. Otra vez está aquí. Puntual. Inasequible al desaliento. Acelerada y ávida de bullicio. Si te invade una sensación de hartazgo, de angustia inexplicable, de sopor por los reencuentros indeseados, de agotamiento por el rosario de reuniones y ovíparas comidas, de tristeza por sillas vacías... Si caes en la tentación de convertirte en una suerte de señor Scrooge de Dickens, de volver a ser un indeseable como los hurtos de las Flores de Pascua del ornamento urbano, párate unos segundos a reflexionar. Cierra los ojos. Puedes oír la algarabía en la cocina de la abuela aquella Noche Buena, cuando los primos eran una fuente inagotable de sabiduría, guasa y pedagógica crueldad. Puedes ver los ridículos atuendos de la tita Juana, los villancicos, la lumbre, las dulces mentiras en la Noche de Reyes... Recuerda quien eras para poder dejar en los que aún siguen vivos de ilusión, un gran recuerdo que rememorar cuando se sientan vacíos y tentados por la oscuridad. Por siempre, feliz Navidad.