Ojos negros

25 jul 2019 / 11:37 H.

Pablo Iglesias, en el estrado del hemiciclo, tenía el lunes algo de cura obrero de los 70, con la camisilla a cuadros, el tono de homilía de la voz, y el discurso contundente pero con la dimensión de las aristas bien medida. Pablo Iglesias, con un argumentario victimista, dejó en la sesión de investidura la sensación de llevar dentro aquel sufrimiento de los antiguos payasos con el rostro pintado de blanco de los que Haro Tecglen dijo que eran “el que recibe las bofetadas”. Rafael Mayoral afirmó el lunes en una radio: “Pablo sólo tiene dos mejillas. No puede poner más”. Esa frase entroncó de nuevo a Pablo con la Iglesia, ahora que algunos teólogos debaten si poner la otra mejilla ha sido el gran fracaso o la mayor revolución del cristianismo. Manuel Pablo lidera a un grupo parlamentario que conserva cierto perfil de asamblea universitaria, con toda la atmósfera refrescante e inquietante —se trata ahora de gobernar un país— que ello conlleva. En Unidas Podemos hay chicos y chicas encantados de haberse conocido —a sí mismos—, y eso ha resultado evidente en el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid.

Albert Rivera sostuvo que las conversaciones entre los representantes del PSOE y los de Unidas Podemos se han desarrollado en “la habitación del pánico”, frase que muchos han considerado desafortunada, pero ocurre que la realidad se vuelve frecuentemente muy cinematográfica, porque estamos envenenados de cine, y de ahí las palabras del líder de Ciudadanos. Los curas obreros, decíamos. El padre Llanos paseaba en los años 70 por el Pozo del Tío Raimundo de Madrid, donde estaba su parroquia, acompañado por Carmen Díez de Rivera, que tenía una mirada transparente, inteligente y con la tristeza ya de la enfermedad que la acechaba. Carmen Díez de Rivera fue la musa de la Transición y de los que hicieron la Transición, como han explicado en sus libros Francisco Umbral o Manuel Vicent. La musa del ‘sanchismo’ —llamémoslo así aunque hay quien sostiene que el ‘sanchismo’ no existe— es Adriana Lastra, brillantísima política, que ha elegido la segunda fila, se ha revestido voluntariamente de un papel en cierta medida secundario, aunque ella es protagonista porque domina la estrategia como nadie. En “El País”’ de este martes había una fotografía en la que aparecía Adriana Lastra con la cara tapada con una mano y unos inmensos, sutilísimos y hermosos ojos negros observando el hemiciclo entre asombrados y analíticos. Esos ojos negros van desde la copla al título de alguna novela no escrita por Simenon. En todo caso son los ojos que alumbran y edifican el socialismo último de Pedro Sánchez.

Hoy jueves sabremos oficialmente si hay Gobierno o si la actualidad política se encamina hacia nuevas elecciones. Si hay cita con las urnas puede aparecer en escena Íñigo Errejón al frente de una nueva formación política. Esa irrupción de Errejón resultaría fatal para Podemos. Y no se sabe si beneficiaría en algo al PSOE. Iglesias le lanzó el lunes una seria advertencia a Sánchez: “Sin acuerdo con nosotros, usted no será presidente nunca”. Pero si Podemos no influye o se sube en este momento al Gobierno, el futuro político de Pablo Iglesias será el de doña Jimena. Cuenta el ‘Cantar del Mío Cid’ que, tras la muerte en combate de don Rodrigo Díaz de Vivar, doña Jimena “oró e hiló”.