Ojos de mujer española

    18 jun 2020 / 16:37 H.
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    En aras de lo erótico, sus teóricos ya advirtieron que lo menos era lo más. O sea, que no enseñando todo podía llevar al hombre a la locura. Pues la imaginación es un grandísimo potenciador del deseo. En estas estamos, que venido el desastre de la epidemia y la necesidad del uso de mascarilla, salimos a las calles provistos y dotados de las mismas. Y en ese concierto de rostros enmascarados, me he entretenido en observar a las mujeres que pasan por mi lado, dejando solo ver de sus caras sus ojos. Ojos bellísimos que dejan soñar sin necesidad de ver. Ojos que te deslizan a la adivinación de lo que tras ellos se esconde. Ojos que valen por ellos trocar un imperio. Ojos, rasgados u oblicuos, oscuros e insondables o claros y diáfanos, o sin complementos. Ojos que miran y ojos que aparentan no hacerlo. Alguien habló alguna vez del lenguaje de los ojos. Aquellos tiempos en los que el uso del abanico, y su diestro manejo, era una enciclopedia de la comunicación. Y se entendían ¡vaya que sí! Pues eso, que como nos descuidemos volveremos a tiempos quizás olvidados. O sea, hay cosas inmortales e inevitables. Amén.

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