Ojalá,
tan de bo, zorionek

    13 sep 2020 / 16:34 H.
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    Poco a poco, de manera inexorable, el verano languidece. Ha sido un tiempo atípico, anormal, asombroso. Cuesta no ansiar su ocaso para dar entrada a los otoñales días. Es seguro que con la llegada del otoño no se diluirá el miedo al contagio del dichoso virus, pero al menos nos queda una vaga esperanza, qué haríamos si la perdiésemos, de una bajada de contagios y una pronta efectividad de las vacunas. Por ahora toca convivir con el pánico, constatar lo que vaya aconteciendo en los centros educativos, ver la verdadera situación de nuestra sanidad pública, ambos sectores son esenciales para contener la más que probable intensificación de la pandemia. Hay sitios donde peor no se podía haber hecho, o quizá sí. Basta echar la mirada hacia Madrid, o a nuestra hermana Málaga. Ya solo cabe remontar, al menos eso espero, y empezar a tomar medidas efectivas, alejadas del discurso político para contentar a los propios olvidándose de la salud de todos. Ojalá la melancolía otoñal haga recapacitar a los dirigentes políticos, estamos hablando de vida, de salud, de personas. Utinam.

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