Ojalá me equivoque

02 jun 2023 / 10:12 H.
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Es innegable que no me gusta nada el resultado de las municipales, pues la ola de derechización fluye de manera autónoma a la labor de los alcaldes. En estas elecciones se vota más a la persona que a las siglas, pero parece que en este caso no ha sido así. En cualquier caso, me guste o no, hay que detenerse a analizar el terremoto, en términos políticos, que ha sacudido a este país con las elecciones municipales, y ya que no se le puede encontrar lógica alguna, al menos acercarnos al hecho de lo que ocurre, las inquietudes de la gente y por qué ha perdido músculo la izquierda, tras la batalla de la pandemia y estos años duros en los que no salimos de una crisis cuando ya estamos en otra, la precariedad, y así sucesivamente. Los dos partidos que nacieron tras el Movimiento 15-M, Podemos y Ciudadanos, han fracasado. Por su parte, Vox, que más bien nace de otra onda, propia de una fuerza que siempre ha permanecido en España, es decir, la ultraderecha preconstitucional, sí tiene visos de mantenerse. Lo de Ciudadanos es una verdadera lástima, porque hace falta un auténtico partido liberal que reformule el centroderecha, y no va a poder ser tampoco esta vez. El liberalismo aquí es una odisea. Habría que decir una quimera. Y ahora un hándicap. Los distintos intentos en democracia de establecerse se han visto frustrados varias veces. Esta sociedad, que siempre tira para lo rancio y lo ultramontano, necesita el liberalismo al margen de la Iglesia, y vamos a ver si en unos años vuelve con más ímpetu y mejor enraizamiento. Sin embargo, Podemos mantiene una posibilidad de volver al panorama político, vía Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz que debe aglutinar a todas las izquierdas a la izquierda del PSOE. Con Podemos sucede lo que históricamente ha sucedido en Izquierda Unida, cuando nació Podemos, o en el PCE con IU: el estalinismo enquistado, los zorrocotrocos —adjetivo por cierto no recogido en la DLE de la Academia, pero de sobra conocido en el norte y sur de la península Ibérica— impidiendo que se renueven los partidos y haya propuestas que traigan oxígeno allá por donde ellos caminen. Falta nos hace. Para ello, es necesario que Pablo Iglesias se eche a un lado de una vez por todas, cosa que dudo mucho. Iglesias tuvo que fundar Podemos, porque en IU le hicieron la vida imposible, al igual que ahora él hace con Yolanda Díaz. Así son las cosas. Por otro lado, la jugada de Pedro Sánchez, viejo jabalí arrinconado donde los haya, ha sido buena. Independientemente del partido al que uno vote, hay que reconocer que ha sido coherente y responsable. Si no llega a convocar las elecciones, le habrían estado reprochando su legitimidad, pero bueno, ya se sabe que la derecha le iba a criticar cualquier cosa, con razón o sin ella. Lo cierto es que el adelanto de las elecciones responde a una necesidad, y es la de movilizar a la izquierda y a los que se han abstenido en estos últimos comicios. Solo con arrebatarle a los indecisos y a la abstención un 5 % estaría superando al PP. Pero está complicado todo, dada la desafección que vivimos, la confusión ideológica que nos envuelve, y la ola de derechización tan absurda de estos dos o tres años últimos. Mi perplejidad no posee límites y no sé si el sinsentido ha tocado techo. Puede que no. Pero ahí se va a encargar la gente de sacarme de dudas el 23-J. Ojalá me equivoque.

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