Oda a la esperanza
Quién no ha oído hablar de ti, de la alcanzable luz de tu mirada, de la voz de tu son que nace de la fuente donde la vida empieza. ¿Quién no sueña contigo? ¿Quién no se acoge a ese verde dulzor de tu sonrisa? ¿Quién no desea tenerte, aunque sólo sea el eco de un instante? ¿Quién no que ha pintado de verde el alma con tu luz y ha dejado nacer el fuerte resonar de la confianza? A tu nombre se acogen los momentos donde la tiniebla atrapa los sentidos, donde el huracán pretende hacer volar las ilusiones, donde los sueños parecen descomponerse cuando la adversidad viene a calar en lo profundo...
Háblame de tu voz, de tu sonrisa, de los versos calados que riman emociones. Háblame del sentido de tenerte, de la fuerte sensación de haber conquistado ese lugar callado, donde vienes a encender la suave lamparita en medio de los sueños. Cuéntame el secreto de tu voz cuando entonas un cántico de tiernas emociones. Tu nombre enciende el oscuro rincón donde nada parece posible y haces que podamos sentir la certidumbre de la vida futura.
Nada es igual sin ti, necesitamos verte brillar en medio del vacío de un espacio sombrío cuando la tormenta quiere robar la calma. Tú haces que podamos mantenernos firmes y apagar el miedo de la noche oscura, donde la realidad aciaga tiende sus redes y parece detenerse todo. Hoy le canto a la voz que dulcemente entona melodías, al ancla en la que se representa tu mensaje, al valor y la fuerza del que te siente, al suave repicar de una campana que hace sentir la ternura de tu nombre, cuando parece que todo se ha perdido.
Déjame refugiarme en tu manto bordado, en el verde compás de tu sonrisa, deja que pueda volver a experimentar la dulce sensación de tus murallas, la suave danza que tienen tus palmeras. O notarte en el puente cuando pasas y alientas con tu luz de primavera, el sol se rinde a ti y entre las velas que guardan tu rostro de aceituna, hay un llanto dormido, un latido de estrellas. A tu nombre me acojo y a la música que entonas cuando el sol entre las brunas nubes escondido enturbia la mirada. Qué haré sin ti cuando vuelva de nuevo la tormenta, cuando el amanecer de nuevo se retrasa. Dime, cómo vivir sin ti, sin la confianza... Dime, cómo andar sin tu luz, dulce Esperanza...