Nuevos hábitos
Once días de enero dan para identificar esos patrones de comportamiento negativo en los que hemos caído y tratar de dar un paso hacia un 2021 mejor. Mis propósitos para este nuevo año pasan por ser más rico con menos dinero, más social con menos redes y más sano con menos deporte. En el camino, que desde hace casi dos semanas he iniciado para acabar con algunos hábitos poco valiosos, estos primeros días de gradual proceso de deshabituación, me están llevando a compartir pensamientos y hábitos de esos que actúan como auténtico lastre, con estos otros nuevos hábitos más beneficiosos, que pretendo sustituyan a los anteriores y me ayuden a ser más productivo.
Soy consciente que el éxito pasará por tener la constancia y el rigor de repetir, repetir y repetir estos nuevos hábitos hasta que mi cerebro consiga automatizarlos, pero hasta que ello ocurra y cual adicto afectado por síndrome de abstinencia, muestro comportamientos que incluyen esos hábitos nocivos y, como en toda fase de desintoxicación, irrefrenables deseos de volver a consumir la sustancia prohibida, irritabilidad, cambios en el carácter y dificultad para concentrarme en lo que pretendo.
Como tentación, siempre queda al alcance de la mano una red social, para situarme obnubilado en la tan peligrosa zona de confort informativa, en lugar de apostar por otros espacios de mayor aprendizaje y crecimiento. Y una vez dentro, observar las reacciones que se producen a las distintas noticias e informaciones, que a velocidad de vértigo convierten a medios y canales en emplazamientos para el ocio, el entretenimiento y la disputa. Comprobar como amigos, allegados, contactos y desconocidos visualizan realidades diametralmente opuestas ante un mismo hecho, me ratifica en el pensamiento de que la verdad no existe, tal y como profundiza el profesor Eduardo Lazcano, autor de “Comunicación Emocional” al plantearse la reflexión sobre si los medios de comunicación necesitan reinventarse o lo que se está redefiniendo es la relación que la sociedad queremos tener con la verdad. En las publicaciones de redes sociales, se pone al descubierto la interpretación que cada cual hace de los hechos, y es esa interpretación individual lo que consideramos como verdad. El canal nos concede protagonismo, los algoritmos notoriedad y el ego nos termina convirtiendo en auténticos adalides de nuestra verdad, al creerla única. En este ecosistema de voceros cargados de razones, cada uno las suyas claro, es complejo progresar.
Cuando el propósito no es buscar la verdad sino la honestidad, es momento de elegir el lugar para hacerlo. Cuando la experiencia, las habilidades y una pizca de atrevimiento te sitúan en un escenario en el que eres perfectamente consciente de que estar informado no es buscar la verdad, sino entender las diferentes posiciones, estás en el instante de buscar hábitos más beneficiosos. Y en eso estamos, queridos amigos lectores. En tratar de elegir canales, medios e informadores influyentes a la vez que honrados. No resultará sencillo encontrar los sitios en los que fluya la información que no trate de manipularnos. Será complejo encontrar comunicadores que lleguen, desde la coherencia y sin presumir de verdad, a transmitir sus ideas. Puede parecer una quimera encontrar un medio o un particular que no presuma de neutralidad y que consiga ser respetuoso con la diversidad, pero habremos de conseguirlo.
Intentarlo, no lo olviden, debe ser el primer paso, y como ya sabemos... por repetición, repetición y repetición, conseguir encontrar espacios para informarnos que sean auténticos, medios y personas que interpreten la realidad desde su prisma, sin complejos, sin ocultar su sesgo y sobre todo y fundamentalmente, respetando la capacidad de cada uno de generar un criterio propio. El siguiente paso para ir evolucionando, será quedarme con las personas que sean capaces de enfocar la realidad desde diferentes patrones mentales, aceptando distintos puntos de vista, para ser yo y sólo yo, quien genere mi propio criterio decisional.