Nueva normalidad

Pues ya hemos despedido esta nueva Semana Santa. Una de esas fechas, junto a la Navidad, que forma parte esencial de nuestra cultura y de nuestras tradiciones. Llegó titubeante, después de tantos encierros y prohibiciones, con los primeros brotes de la primavera. Ya hemos dejado atrás este año los viajes a nuestros lugares preferidos, los abrazos con la familia y los amigos, la emoción del encuentro con esas imágenes y paisajes que nos hacen cómplices de nuestro pasado y entusiastas de nuestros recuerdos. ¡Guardaremos en la memoria la labor abnegada de tantos servidores públicos preocupados por nuestro bienestar y nuestra seguridad! ¡Y la de quienes mantienen viva nuestra fe cristiana! El fugaz gentío de las calles de nuestros pueblos y ciudades ya se ha disipado. Las mareas de penitentes y mantillas, oasis de sentimientos y pasiones, han dejado paso al silencio. A la nueva soledad, a la nueva normalidad. A la esperanza de un mañana en paz donde triunfe el amor, el respeto y la solidaridad entre los seres humanos. Ahora toca volver a la rutina, a los horarios reglados, a los trabajos diarios e inexcusables. Al constante bullicio de las cosas de la vida.